El Eivissa venció al Alaior en un partido que resolvió en la segunda parte. Foto: G.G.LAMA

El Eivissa cumplió con creces el deseo de su entrenador, Pepe Ramírez, que en la previa del partido ante el Alaior pidió golear para brindárselo a la afición y a la directiva, y así ocurrió (4-0). Cuando el conjunto deportivista consiguió abrir el marcador todo fue coser y cantar, ya que el Alaior bajó los brazos y estuvo a merced de los locales. Lo malo es que esta goleada llega a destiempo como reza el refrán «a buenas horas, mangas verdes».

El preparador local dio la oportunidad de debutar a dos jugadores juveniles del Isleño, Miguel Àngel y Dani. Éste último tuvo el privilegio de marcar en su estreno con la camiseta roja y lo hizo con un tanto de bellísima factura, como también lo fueron los goles de Buti y Rubén Castro.

El partido se movió por impulsos más que por buen juego del Eivissa, que en la primera mitad disparó tres veces a puerta pero ninguno de ellos fue entre los tres palos. Edu Páez probó suerte en dos ocasiones y Óscar Solanas también lo intentó con el mismo resultado. Además, lo hacía con un jugador más por expulsión de Julián por doble amarilla.

Mientras tanto, el equipo ibicenco intentaba trenzar jugadas por banda sin resultado, ya que su rival, agazapado atrás repelió el peligro. Los menorquines llegaron una sola vez a puerta y fue en un despiste de la zaga bermellona que resolvió Vicente. Con el 0-0 se llegó al descanso.

La salida del conjunto de Ramírez tras el tiempo de asueto fue mucho mejor que la del inicio de partido, ya que se volcaron al ataque nada más comenzar. En el minuto 50 Buti inauguró el marcador con una falta indirecta que botó Edu y que cometieron sobre Roberto.

Trece minutos más tarde llegaría el 2-0 que marcó Rubén Castro de una preciosa vaselina. El jugador vio adelantado al meta Toni y desde un lateral del área colocó el cuero en las mallas de la meta visitante. Antes de este tanto Buti enfiló el camino a los vestuarios al ver la segunda amarilla.

El 3-0 fue una jugada de casta en la que Edu Páez le robó la cartera a Joan, se internó hasta la línea de fondo, hizo el pase de la muerte para Jorge, que solo empujó a gol.

Con todo a favor, Ramírez dio la oportunidad a dos promesas como Miguel Àngel y Dani. El segundo de ellos marcó el tanto de la tarde en el epílogo del encuentro. Enganchó un potente disparo desde más de 30 metros que se coló por la escuadra del marco menorquín e hizo inútil la estirada del meta Toni. Así se cerró el partido.