La practicidad elevada a la máxima potencia. Esa premisa la hizo suya el Eivissa, que sacó tres puntos más gracias a dos tantos obtenidos en la primera parte. El de ayer fue un partido para olvidar cuanto antes por el paupérrimo espectáculo futbolístico que ofrecieron uno y otro rival. Si alguien quiere odiar este deporte y estuvo en Can Misses, seguro que acabaría consiguiéndolo. Lo mejor del choque, aparte de la victoria, fue el público que se dio cita en las gradas del coliseo insular. Habría que hacer un monumento a los 250 espectadores que aguantaron en su butaca estoicamente los 94 minutos que duró el choque.

La película del partido comenzó con un guión esperado, es decir el cuadro local manejando el cuero por la parcela ancha, y el visitante agazapado atrás esperando algún contraataque que nunca llegaría.

Los aficionados que se retrasaron en su llegada al estadio pitiuso no pudieron ver el tanto de Buti, que ni él mismo se lo esperaba. En el minuto siete, tras un saque de esquina que botó Daroca y varios rechaces, el esférico rebotó en la pierna del central castellonense y el 1-0 subió al electrónico.

Alguna que otra internada de Rubén Castro por la banda derecha daba algo de vida a la circulación de balón de los ibicencos. De las botas del propio Castro salió el segundo tanto de los de Herráez; se internó en el área realizando varios regates y de un exquisito taconazo se la dejó al debutante Óscar Solanas, que marcó a placer su primer tanto con la camiseta bermellona.

Desde ese instante hasta el final de la primera mitad sólo se vio un juego brusco por parte del rival, que cosió a faltas al Eivissa con la total anuencia del colegiado Esteban Simonet, mucho juego a ras de suelo y ninguna ocasión de gol.

Los segundos 45 minutos tuvieron una sinopsis idéntica a los anteriores: mucha 'leña' por parte del Binissalem, más centrocampismo y dos disparos a puerta, uno por bando.

Además, el Eivissa tuvo que jugar durante gran parte del segundo acto con un hombre menos por expulsión de Rubén Castro, que vio dos amarillas (la segunda de ella por simular una caída dentro del área) y tuvo que abandonar el partido. Mientras tanto, los mallorquines continuaron su juego brusco con 11 en campo.

Un disparo de Jorge que se fue fuera y el único chut a portería del cuadro visitante por parte de Nico Martí fue lo más destacable de cara a gol. Con cuatro minutos de descuento acabó la película de terror llamada Eivissa-Binissalem.