Las españolas tenían la oportunidad de ganar ese primero oro,
que también habría sido el primero de España desde el inicio de los
Juegos de Atenas. A cambio, sumaron la séptima medalla.
El tándem español había llegado a la final con la vitola de
favorito, no sólo porque eran las segundas cabezas de serie, sino
porque no habían cedido una sola manga en toda la semana. Además,
las dos habían vencido a las chinas con anterioridad, aunque con
sus parejas habituales, nunca juntas.
Todo pintaba bien para las hispanas, que además tenían enfrente a
dos tenistas procedentes de un país con escasa tradición tenística
y que nunca había ganado una medalla en este deporte.
El halagüeño panorama se vino abajo a medida que comenzó el
partido y el talento de las españolas claudicó ante la
compenetración de las chinas, compañeras habituales en el circuito
en el que han ganado cuatro torneos. Las armas que habían
funcionado hasta ese momento se convirtieron en pólvora mojada en
la final. El juego desde el fondo de la pista quedó a merced de las
boleadoras chinas, más compenetradas que las hispanas, que
terminaron claudicando.
Ruano, que ocupa la primera posición de la clasificación mundial de
dobles, sólo ganó uno de sus servicios y su nivel de juego estuvo
muy lejano de lo que había dejado ver a lo largo de la
semana.pr>Con ese panorama, Li y Sun se sintieron cómodas en la
pista y comenzaron a imponer el tenis que les interesaba.
Apoyadas sobre todo en el juego de Sun, que siempre aseguró su
servicio, las chinas subieron a la red y practicaron un juego de
dobles más refinado que las españolas, lo que les dio ventaja en el
marcador.
Demasiado tiernas, a Conchita y Ruano les faltó un golpe de
rabia, un ataque de furia que rompiera la dinámica negativa en la
que había entrado para ellas el partido.
Las chinas se quedaron con el oro, una medalla que muy poca gente
hubiera augurado al principio de los Juegos, y las hispanas se
conformaron con la plata, un metal con el que no parecieron
descontentas y que será el primero de Ruano y el tercero de
Conchita, que ya ganó la plata en Barcelona 92 y el bronce en
Atlanta 96, siempre con Arantxa Sánchez Vicario como
compañera.
Es la quinta vez que tenistas españoles pierden la final de unos
Juegos, toda una historia de desencuentros con el oro. Los primeros
fueron Sergio Casal y Emilio Sánchez Vicario, que cayeron en la
final de Seúl 88 contra los estadounidenses Ken Flach y Robert
Seguso.
En Barcelona 92 el tenis español perdió dos finales: la de
individual masculino, que Jordi Arrese dejó escapar contra el suizo
Marc Rosset, y la de dobles femenino, que Arantxa Sánchez Vicario y
Conchita Martínez perdieron ante las estadounidenses Gigi Fernández
y Mary Joe Fernández.
España también pasó de largo junto al oro en Atlanta'96, cuando
perdió dos finales contra Estados Unidos: Sergi Bruguera frente a
Andre Agassi y Arantxa contra Lindsay Davenport.
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