Greene, que pretendía restablecer su autoridad en el desordenado
panorama del esprint universal, se encontró con dos jóvenes
cachorros que le relegaron al tercer peldaño del podio. Francis
Obikwelu, portugués de origen nigeriano de 25 años, batió el récord
de Europa con 9.86 y también al campeón olímpico de Sydney.
Gatlin, de 22 años, no es tan expresivo como Shawn «Guepardo»
Crawford, ni tan desafiante como Greene, pero en la final supo
estar más concentrado para sacar partido de su explosiva
salida.
Crawford y Gatlin, compañeros de entrenamientos en la «cuadra»
de Trevor Graham, se saludaron antes de la gran carrera e
intercambiaron gestos de complicidad mientras Greene hacía vida
aparte, varios metros alejado de sus dos compatriotas.
Los espectadores que abarrotaban el estadio se sacudieron la
tensión, instantes antes del pistoletazo, practicando la ola
mexicana con éxito relativo.
Shawn Crawford, el portugués Francis Obikwelu y Asafa Powell
ocupaban las calles centrales (4, 5 y 6). El campeón olímpico,
Greene, partía en la sexta, Galtin en la dos y el campeón mundial,
Kim Collins, quedaba relegado, como en París, al extremo cercano a
la hierba.
No hubo salidas nulas. Gatlin se puso rápidamente en acción y
cobró una pequeña ventaja sobre Obikwelu, de mayor envergadura que
el norteamericano. El portugués le apretó al final, pero le faltó
un metro para alcanzarlo. Una sola centésima los separó en la
meta.
La medalla de plata y el récord de Europa, que borra de las
listas los 9.87 de los británicos Linford Christie y Dwain
Chambers, son un brillante consuelo para el velocista ibérico, cuyo
representante es el español Miguel Angel Mostaza.
La carrera de Gatlin, que estuvo a punto de sufrir un serio
percance en 2002 cuando dio positivo por un medicamento \132
prescrito por el médico, alcanzó su cima en Atenas sobre la misma
pista en la que Greene estableció en 1999 un récord mundial con
9.79.
Justin Gatlin es un chico de Brooklyn que soñaba con alcanzar
los logros de los grandes y de repente, como un depredador, cazó a
todos los rivales que tenía a su lado y se ganó un billete para el
Olimpo.
El campeón del mundo de 60 metros en pista cubierta en
Birmgingham 2003 dijo al poco de ganar en tierras británicas que no
le bastaba con ello y que iba a seguir trabajando para mejorar y
alcanzar logros más importantes.
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