El estadio donde empezó todo en la noche de los tiempos volvió a
ser, por un día, la palestra donde los atletas pusieron a prueba su
habilidad y su fuerza.
Más de veinte mil personas siguieron las consignas de las
autoridades griegas para no deteriorar los tesoros arqueológicos,
asistieron con religiosa atención, sentados sobre la hierba, al
desfile de forzudos por el círculo de lanzamientos.
Bilonog, quinto en Sydney y campeón mundial en sala hace siete
años, batió al gran favorito, el estadounidense Adam Nelson, por su
segunda mejor marca, ya que los dos lanzaron la bota de 7 kilos a
21,16 metros. El concurso de Bilonog fue mucho más consistente, con
dos tiros de 21,15.
La medalla de bronce fue para el otro lanzador que superó los 21
metros, el danés Joachim Olsen, que con 21,07 condenó al español
Manuel Martínez, una vez más, a la que él mismo denomina «medalla
de chocolate», el cuarto puesto.
El leonés confirmó desde el principio las buenas sensaciones que
había tenido en la calificación de por la mañana, donde se había
metido con la séptima mejor marca, y con un tiro de 20.70 metros
tuvo el bronce en su poder hasta la tercera ronda, cuando el danés
Joachim Olsen se fue hasta los 21.07.
El español firmó uno de sus mejores concursos del año, siempre
buscando esos 21 metros. Su primer lanzamiento de 20.70 era un gran
principio que le quitaba el agobio para los dos siguientes (20.47 y
20.48) de tener que apurar para la mejora.
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