Lance Armstrong demostró una vez más que a día de hoy nadie le
puede hacer sombra. Ni él mismo podía imaginar que el tránsito
hacia su sexto Tour, y ya de paso a la leyenda, sería tan plácido.
Ayer dejó fuera de combate a un Iban Mayo que ya ha echado la
persiana, pero aún tendrá que deshacerse de un Paco Mancebo
sensacional. El abulense dio la cara, se permitió la licencia de
meter miedo al sólido US Postal y evidenció que su brillante estado
de forma bien merece la recompensa del podio en París. El adiós de
Menchov le convierte en el único punto de referencia del Illes
Balears y el grupo de Unzúe está obligado a echar el resto por
él.
Rubiera, Azevedo, Hincapie y compañía asumieron el control de la
situación en el momento adecuado. Las primeras rampas de Plateau de
Beille sirvieron para desatar las hostilidades en el gran grupo.
Rasmussen y Voigt, escapados desde los albores de la etapa, veían
impotentes como su sueño se esfumaba de manera irremediable.
Mientras, Mancebo tenía en Karpets a un aliado de lujo. El ruso se
vació para mantener las constantes vitales de su jefe de filas.
En la etapa de los sustos -Heras no pudo más y se fue por los
suelos, Mayo reventó, Hamilton sacó la bandera blanca y Armstrong
sufrió un pinchazo que pudo tener graves consecuencias-, Mancebo
infringió un zarpazo letal a la general y el tejano hizo la
selección definitiva de sus rivales. El propio Ullrich tuvo que
rendirse ante las evidencias y abrir las puertas del maillot
amarillo a un Armstrong que aplastó a los que pretendían poner
punto y final a su eterno reinado en la Grande Boucle.
En los 15'7 kilómetros más decisivos de los Pirineos, la carrera
vivió un momento de eclosión. Mancebo intentaba seguir la estela de
los elegidos, con las piernas aún doloridas tras el recital de La
Mongie. Se alió con Kloden a la par que Azevedo, Armstrong y
Bassose quedaron con las papeletas que permitían soñar con el
triunfo parcial.
A medida que la meta se acercaba, Armstrong cimentaba su logro.
La etapa era una cosa entre el tejano e Iván Basso, con un
brillante Georg Totsching acechando a un tándem inalcanzable.
Kloden y Mancebo seguían a su ritmo, sacando los colores a un Jan
Ullrich que demostró que poco tiene que aportar al Tour en la
semana de vida que le resta.
Con el rodar que le define, el referente del Illes Balears
resistió valientemente. Por delante, Armstrong no tenía piedad.
Basso se quedó con la gloria a unos metros, pero lo mejor estaba
aún por llegar. En pleno naufragio del Euskaltel, Illes Balears
asumía el cartel de embajador del ciclismo español en su más serio
examen.
Totsching acababa tercero, a 1:05 de Armstrong y Basso, que
firmaron una media espetacular en meta -33'81 kilómetros a la hora
en 6:04.38 y tras siete puertos-, pero ahí estaba Mancebo, que con
la quinta plaza, a 1:27, le daba una nueva dimensión a su
trayectoria en un Tour que mantiene al galo Voeckler (LaBoulangère)
al frente de la general, pero con sólo veintidós segundos sobre
Armstrong. Mancebo se permite el lujo de ocupar la quinta plaza, a
3:28 y con su sueño de compartir podio con Lance al rojo vivo. Sólo
Basso y Kloden le separan de su gran objetivo, aunque por detrás ha
dejado a ilustres como Ullrich, Simoni o un Óscar Sevilla que se
resiste a dejar al Phonak lejos de las posiciones de
privilegio.
Atención a Vladimir Karpets. Ayer fue el pulmón de Paco Mancebo
y Eusebio Unzúe le ha encargado llevarle por la vía rápida al
cajón. Con el permiso de los Alpes, del US Postal y de los que le
preceden. Illes Balears se deja notar, pero ahora Mancebo precisa
descanso. Armstrong parece que no, repitió el triunfo de 2002 y va
a por el sexto.
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