Fernando Fernéndez

Lance Armstrong demostró una vez más que a día de hoy nadie le puede hacer sombra. Ni él mismo podía imaginar que el tránsito hacia su sexto Tour, y ya de paso a la leyenda, sería tan plácido. Ayer dejó fuera de combate a un Iban Mayo que ya ha echado la persiana, pero aún tendrá que deshacerse de un Paco Mancebo sensacional. El abulense dio la cara, se permitió la licencia de meter miedo al sólido US Postal y evidenció que su brillante estado de forma bien merece la recompensa del podio en París. El adiós de Menchov le convierte en el único punto de referencia del Illes Balears y el grupo de Unzúe está obligado a echar el resto por él.

Rubiera, Azevedo, Hincapie y compañía asumieron el control de la situación en el momento adecuado. Las primeras rampas de Plateau de Beille sirvieron para desatar las hostilidades en el gran grupo. Rasmussen y Voigt, escapados desde los albores de la etapa, veían impotentes como su sueño se esfumaba de manera irremediable. Mientras, Mancebo tenía en Karpets a un aliado de lujo. El ruso se vació para mantener las constantes vitales de su jefe de filas.

En la etapa de los sustos -Heras no pudo más y se fue por los suelos, Mayo reventó, Hamilton sacó la bandera blanca y Armstrong sufrió un pinchazo que pudo tener graves consecuencias-, Mancebo infringió un zarpazo letal a la general y el tejano hizo la selección definitiva de sus rivales. El propio Ullrich tuvo que rendirse ante las evidencias y abrir las puertas del maillot amarillo a un Armstrong que aplastó a los que pretendían poner punto y final a su eterno reinado en la Grande Boucle.

En los 15'7 kilómetros más decisivos de los Pirineos, la carrera vivió un momento de eclosión. Mancebo intentaba seguir la estela de los elegidos, con las piernas aún doloridas tras el recital de La Mongie. Se alió con Kloden a la par que Azevedo, Armstrong y Bassose quedaron con las papeletas que permitían soñar con el triunfo parcial.

A medida que la meta se acercaba, Armstrong cimentaba su logro. La etapa era una cosa entre el tejano e Iván Basso, con un brillante Georg Totsching acechando a un tándem inalcanzable. Kloden y Mancebo seguían a su ritmo, sacando los colores a un Jan Ullrich que demostró que poco tiene que aportar al Tour en la semana de vida que le resta.

Con el rodar que le define, el referente del Illes Balears resistió valientemente. Por delante, Armstrong no tenía piedad. Basso se quedó con la gloria a unos metros, pero lo mejor estaba aún por llegar. En pleno naufragio del Euskaltel, Illes Balears asumía el cartel de embajador del ciclismo español en su más serio examen.

Totsching acababa tercero, a 1:05 de Armstrong y Basso, que firmaron una media espetacular en meta -33'81 kilómetros a la hora en 6:04.38 y tras siete puertos-, pero ahí estaba Mancebo, que con la quinta plaza, a 1:27, le daba una nueva dimensión a su trayectoria en un Tour que mantiene al galo Voeckler (LaBoulangère) al frente de la general, pero con sólo veintidós segundos sobre Armstrong. Mancebo se permite el lujo de ocupar la quinta plaza, a 3:28 y con su sueño de compartir podio con Lance al rojo vivo. Sólo Basso y Kloden le separan de su gran objetivo, aunque por detrás ha dejado a ilustres como Ullrich, Simoni o un Óscar Sevilla que se resiste a dejar al Phonak lejos de las posiciones de privilegio.

Atención a Vladimir Karpets. Ayer fue el pulmón de Paco Mancebo y Eusebio Unzúe le ha encargado llevarle por la vía rápida al cajón. Con el permiso de los Alpes, del US Postal y de los que le preceden. Illes Balears se deja notar, pero ahora Mancebo precisa descanso. Armstrong parece que no, repitió el triunfo de 2002 y va a por el sexto.