AMADOR PONS. MELBOURNE.

Mark Philippoussis impidió que la eliminatoria llegara a Carlos Moyà, allí donde casi nadie dudaba del triunfo español. El tenista australiano superó a Juan Carlos Ferrero en el quinto set del cuarto punto de la eliminatoria y permitió que el equipo aussie levantara la Ensaladera. España no podía alzarse con la segunda Copa Davis en tres años, pero evidenciaba una gran adaptación a la hierba.

Philippoussis advirtió pronto de la potencia de su servicio. En el primer punto del partido firmó su primer ace, aunque Juan Carlos Ferrero también mostró la contundencia de su resto y se colocó 15-40. El valenciano desaprovechaba las dos pelotas de break, pero con su saque se mostraba muy seguro y se anotaba el primer juego en blanco (1-1).

Philippoussis se percató que tenía que arriesgar al máximo con su saque si no quería tener problemas y tanto con el primero como con el segundo servicio superaba los 200 kilómetros por hora. Cualquier tenista que juegue con tanto riesgo termina cometiendo dobles faltas, pero el aussie llegó al noveno juego sin haber cometido ninguna. En el décimo estuvo a punto de cerrar el set, ya que disfrutó de una bola de break que Ferrero logró salvar para terminar cerrando el set con una dejada y un ace. A pesar de sobreponerse a este problema, la primera manga terminaría cayendo del lado australiano ya que en el duodécimo juego Philippoussis se colocaba con 0-40. Ferrero logró salvar las dos primeras pelotas, pero cedió en la tercera (5-7).

El segundo parcial comenzaba como el primero, con un ace de Philippoussis y la primera situación comprometida llegaba en el cuarto juego. El australiano se colocaba 30-40, pero Ferrero logró salvar esa situación. El principal problema del valenciano en los dos primeros sets es que fue incapaz de aprovechar sus oportunidades. En el quinto juego tenía dos bolas de break, pero el español no conseguía ponerse en ventaja (2-3).

El partido iba a ponerse muy cuesta arriba en el octavo juego. Tras varios errores no forzados de Ferrero, Philippoussis se colocaba 0-40. El australiano supo aguantar el intercambio y resolvió el set con una contundente derecha ganadora (3-5 y servicio).

Con el partido dos sets a cero (3-6 en el segundo) a favor de Australia la eliminatoria se ponía prácticamente imposible, pero el encuentro iba a cambiar. Tras ganar su saque, Ferrero tuvo hasta siete pelotas de break en el segundo juego para romper el saque de Philippoussis. Necesitó siete bolas, pero finalmente logró ponerse en ventaja (2-0 y saque). El golpe definitivo se producía en el sexto juego. La potencia del servicio del australiano había disminuido considerablemente y su porcentaje aciertos, también. Con 30-30 un aficionado advertía a Ferrero de que «el armario tiene polillas» y el valenciano dejaba noqueado al gigantón aussie (5-1 y saque). Además el español cerraba el set en blanco (6-1).

El cuarto set tampoco tardaría demasiado en ponerse de cara. En el quinto juego Ferrero aprovechaba un momento de debilidad de Philippoussis para colocarse 0-40. El australiano además entregaba el juego con la duodécima doble falta (3-2 y saque de Ferrero). El rostro de Juan Carlos Ferrero había cambiado completamente. De cabizbajo había pasado a desafiante. Tras adjudicarse el séptimo juego en blanco al resto, el valenciano cerraba el parcial con un contundente 6-2.

Mark Philippoussis estaba derrotado y solicitó la presencia del fisioterapeuta para tratar de recuperar su castigado hombro derecho. Tardó ocho minutos en reanudarse el juego y el australiano apeló a su espíritu de lucha tras oir por enésima vez como toda la pista central del Rod Laver Arena entonaba el himno australiano. Philippoussis se dolía de su brazo cada vez que sacaba, pero volvió a golpear a la pelota por encima de los doscientos kilómetros por hora. Además, cambió su estrategia en el resto. Decidió jugársela en cada punto y presionar en la red. La jugada le salió bien. Cerró el partido con un contundente 0-6 e impidió que la eliminatoria llegara al quinto punto, donde Carlos Moyà debía medirse con Lleyton Hewitt, un partido en el que las apuestas eran muy favorables al mallorquín.