La muerte de un aficionado del Deportivo anteayer se suma a las
ocho registradas en España en los últimos veinte años como
consecuencia de la violencia en el fútbol, la más reciente la de
Aitor Zabaleta, seguidor de la Real Sociedad apuñalado en 1998 por
un miembro del Grupo Bastión (Frente Atlético).
En la década de los ochenta, tres personas murieron por la
violencia en este deporte, y en los años noventa se registraron
otras cinco víctimas mortales, una de ellas un niño de 13 años.
El 2 de noviembre de 1982, José Gómez Rodríguez, vicecónsul de
Suecia en Benidorm, falleció en Barcelona tras la agresión sufrida
por jugadores en un partido de aficionados en Pallejá. El policía
nacional Manuel Luque Castillejo encontró la muerte por los golpes
que recibió al intervenir en una discusión en un partido de
alevines en Córdoba, el 6 de mayo de 1984. En 1985, el 25 de abril,
el impacto de una bengala marítima en el pecho del espectador Luis
Montero Domínguez le causó la muerte durante el partido
Cádiz-Castellón. Asimismo, el 18 de agosto de 1990 falleció un
árbitro de regional como consecuencia de los disparos efectuados
por un policía jubilado, durante el partido Motril B y
Calahonda.
Al año siguiente, el 14 de enero, el joven francés seguidor del
Español Frederic Rouquier murió como consecuencia de las heridas
por arma blanca propinadas por un grupo de «skin heads» de los
Boixos Nois en Barcelona, tras el encuentro Español-Sporting. En
estos mismos hechos, fue herido de gravedad su amigo José María
Arboleas Martínez, vinculado a la Brigadas Blanquiazules.
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