Díaz Lobato, «un corredor modesto sólo hasta cierto punto»,
alcanzó el principal éxito de su carrera con el mismo sistema que
utilizó el escocés Millar un día antes en Córdoba, esto es,
saltando de un grupo de cinco escapados a 20 kms de meta y
cubriendo la última distancia como si se tratase de una
contrarreloj.
Nadie pudo con el llamado «Guau» en su galopada solitaria en
busca de la gloria. Fue valiente y una vez más decidido a la hora
de arriesgar. Lobato es de los habituales en las escapadas, pero
nunca tuvo la suerte que buscaba con tanto ahínco. El día más feliz
llegó en casa, donde alzó los brazos con un tiempo de 3h.07.47,
firmando una jornada voladora en la que se rodó a 45,947
kms/hora.
«Soy modesto por aquello de militar en un equipo pequeño, pero
ya tenía dos victorias de profesional. Me faltan los medios de que
disponen los equipos grandes para hacer más cosas, pero lo de
modesto... sólo hasta cierto punto», dijo Díaz Lobato, quien
reconoció un sueldo anual de 4,5 millones de las antiguas pesetas,
el mínimo de un corredor profesional.
Mientras el discípulo de Miguel Moreno celebraba su hazaña, un
grupo de antiguos compañeros de fuga con Tino Zaballa, José Luis
Arrieta, Chente García, Iñaki Isasi y el estadounidense Schweda
entraba a 44 segundos. Un grupo con Zabel y Petacchi lo hacía a 58
segundos, el del líder Nozal a 1.02 y Alejandro Valverde, que
pinchó a poco más de un km de meta a 1.36. Mientras, el mallorquín
Joan Horrach se tuvo que conformar con finalizar en la séptima
posición.
Ningún cambio en la general en una jornada rápida, de las
denominadas 'rompepiernas', de esas que desgastan más de lo que
indica la teoría del gráfico de ruta.
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