El asturiano, que el sábado había firmado la pole, confirmó esa
primera posición y dominó de principio a fin una carrera en la que
llegó a doblar al alemán Michael Schumacher (Ferrari), que aspira a
un sexto título sin precedentes que se le ha complicado muchísimo,
ya que tras la prueba de ayer, en la que fue octavo, sólo lidera
con un punto sobre Montoya (71) y otro más respecto a
Raikkonen.
Alonso, que en Malasia ya se había convertido en el conductor de
menor edad en firmar una pole (a los 21 años, siete meses y 21
días) y en subirse al podio y que en Canadá fue el más precoz en
lograr la vuelta rápida, logró hoy una nueva gesta. Con sólo 22
años y 26 días, el genial y gélido piloto del Principado se
convirtió en el más joven de la historia en ganar una prueba de
Fórmula Uno y ratificó con matrícula de honor una sensacional
actuación que también lo fue en parte de mago al augurar todo lo
que iba a suceder.
Al llegar, indicó que lo hacía «con buenas vibraciones»; luego
pronóstico que lograr la pole era factible; y, finalmente, que, si
entraba bien en la primera curva y la fiabilidad le respetaba,
podría rematar la faena y ponerle la guinda a un sensacional fin de
semana. Alonso la remató. Y la remató a lo grande, liderando la
carrera de principio a fin, excepto en la vuelta siguiente a la que
hizo la primera de sus tres entradas a boxes, en la que cedió el
mando, de manera efímera a Raikkonen.
Además, dobló a todos los que acabaron la prueba, salvo a sus
acompañantes en el podio, al alemán Ralf Schumacher (Williams-BMW)
y al escocés David Coulthard (McLaren-Mercedes), que fueron cuarto
y quinto. Ahora es quinto en el Mundial, con 54 puntos, a cuatro de
Ralf, que es cuarto en la general.
Tras cederle el liderato provisionalmente a Raikkonen y
recuperarlo acto seguido, cuando entró en boxes el finlandés, el
genial conductor del Principado volvía a ocupar tranquilamente la
cabeza y después de la primera parada de los demás rivales lideraba
en la vuelta 19 con 23 segundos sobre Kimi y 29 respecto a Webber.
Eran 30 los que le llevaba su compañero el italiano Jarno Trulli y
32 sobre Rubens Barrichello, que inmediatamente después se estrelló
aparatosamente y de frente al perder la rueda trasera izquierda. La
fortuna sonrió al brasileño, indemne en el accidente, y al español,
al no ensuciarse la pista y tener que salir el 'safety car'.
En las 27 primeras vueltas, cuando empezó a doblar a otros
competidores, Alonso le había metido exactamente un segundo por
giro a su inmediato perseguidor, Raikkonen. Tres vueltas más
adelante, Ralf adelantaba a su hermano Michael, justo antes de la
segunda parada del ovetense, que hizo vibrar a la afición española
y enloquecer a la del Principado al invertir 6.9 segundos y salir
esta vez en cabeza de carrera.
Tan sólo había que mantener la cabeza fría y esperar a que no se
produjese una auténtica desgracia. Superada por poco la mitad del
recorrido, en la vuelta 37, Raikkonen circulaba a 25.1 segundos y
«Schumi», que aún tenía que efectuar su segunda parada, era
tercero, a 26 segundos y medio.
En la 47, Montoya, que se había exhibido en Hockenheim hace tres
semanas, circulaba tercero a 41,3 segundos y el quíntuple campeón
del mundo lo hacía ya a unos escandalosos 71 segundos de Alonso. La
jornada fue negra para Ferrari, que perdió el liderato del Mundial
de constructores y ve peligrar el de pilotos.
Las últimas vueltas se hicieron interminables y en el
«motorhome» de Renault, el representante de Alonso, el ex piloto
valenciano Adrián Campos, afirmaba, a falta de dos vueltas, que
tenía «un nudo en la garganta». Más tranquilo permanecía José Luis,
el padre del campeón, que fue el segundo en abrazarle antes de
subir al podio.
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