Tantos partidos apenas dejan tiempo para disfrutar del fútbol, pero
al Real Mallorca de esta temporada parece que le va mejor jugar
cada tres días que parar una semana. Como dijo Manzano «el peor
partido lo jugamos después de parar en navidades» -refiriéndose al
encuentro disputado ante el Sevilla y Cádiz- y ahora, con este
carrusel de encuentros entre Copa y Liga, los rojillos no piensan
perderle la cara a ninguna de las dos competiciones en las que
están inmersos.
Hoy toca volver a echarse una vuelta por la realidad del
campeonato regular. Una realidad en la que casi desaparece la
emoción que se vive en un partido de Copa y donde los encuentros,
en más de una ocasión, suelen jugarse a menos revoluciones por
minuto.
Tal vez porque hay tiempo para rectificar, tal vez porque los
puntos son vitales en cada jornada o posiblemente por el simple
hecho natural de que no es lo mismo un torneo que otro. El porqué
esto es así no tiene una explicación matemática, pero es un hecho
palpable que en el campeonato regular la sangre no suele circular a
tanta velocidad. Además, el Mallorca no está formado por un puñado
de máquinas que bien engrasadas saltan cada tres días para rendir
al mismo nivel. Ni mucho menos.
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