Alberto Herreros, primero, y el francés Laurent Foirest,
después, acumularon méritos más que suficientes para ser los
héroes, además con estupendas estadísticas, pero el indiscutible
triunfador fue Iturbe, que sufrió para frenar al pívot
italo-argentino sin una mueca y, en el momento decisivo, apuntilló
al subcampeón de la Euroliga, cuya temporada acaba sin el premio de
un título.
El segundo finalista de la ACB tuvo que superar un desempate de
altísima tensión, en la grada, en la cancha, en los banquillos y
hasta en el último rincón del Raimundo Saporta, que estrenó la
noche eufórico por la contundente salida del Madrid pero enseguida
chocó de bruces contra la angustia de la incertidumbre.
La serie estaba condenada a una batalla despiadada por la
clasificación y eso fue lo que hubo sobre la pista de la
Castellana, un duelo frenético entre dos equipos incapaces de
rendirse. No lo hizo el Tau cuando parecía destinado a perderse en
la conmoción provocada por la marcha de Víctor Alexander y mejor
jugaban los blancos, pero éstos tampoco capitularon al verse
rebasados fulminantemente.
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