JOSÉ A.PASCUAL (EFE)
La pegada en ataque y la magia del estadio Santiago Bernabéu son los grandes antídotos que dispone el Real Madrid para frenar el optimismo y el ansia de revancha del Bayern Múnich en el partido de ida de las semifinales de la Liga de Campeones. Aunque Ottmar Hitzfeld no quiere hablar de venganza, esta confrontación supone para el Bayern una magnífica oportunidad para devolver de un plumazo las afrentas abiertas en los últimos años en la máxima competición continental.

En cuartos se desquitó del Manchester United, ante el que perdió la final de 1999, y ahora quiere hacer lo propio con el rival ante el que cayó en las semifinales de la pasada edición, que a la postre se proclamó campeón, aunque se ha impuesto el cartel de víctima y ha otorgado el de favorito al Real.

Para ello, nada mejor que obtener un buen resultado en el Bernabéu, donde nadie ha podido toser al Real Madrid desde que precisamente el Bayern ganó el pasado año en la segunda fase por 2-4. Los germanos ganaron tres de los cuatro enfrentamientos entre ambos, pero a la postre fueron eliminados gracias al 2-0 de la ida y al 2-1 de la vuelta con tanto salvador del francés Nicolas Anelka.

El equipo de Vicente del Bosque, gracias a su 'pegada' en ataque y efectividad, ha brillado más que su oponente en la actual Liga de Campeones, sobre todo en su feudo, donde ha superado con autoridad a todos los visitantes.