Harrison, emparejado con Johnson hasta mitad de carrera, cedió
muchos metros en la recta final al «Supermán de Texas», que llegó a
la meta 56 centésimas antes que su compatriota (plata), se fundió
en un abrazo con el jamaicano Gregory Haughton (bronce) y saludó
después a todos los finalistas antes de dar la vuelta de honor ante
112.524 espectadores según el recuento oficial.
Quince minutos antes de la explosión de Johnson la aborigen
australiana Cathy Freeman había encandilado a la multitud con una
exhibición de fuerza en la final femenina de 400. Embutida en un
«body» de pies a cabeza, Cathy Freeman, invicta en los dos últimos
años, doblegó en la última recta la resistencia de la jamaicana
Lorraine, cuya figura surgió amenazadora en la curva, y paró el
cronómetro en 49.11, la mejor marca mundial del año. Durante la
apoteósica vuelta de honor Freeman se sacudió la presión a que
estuvo sometida las últimas semanas. Australia la convirtió en
semidiosa, la distinguió con el honor de prender fuego al pebetero
olímpico en la apertura y depositó en ella el orgullo de todo un
país.
Las británicas Katharine Merry y Donna Fraser alejaron de las
medallas a una de las revelaciones del año, Ana Patricia Guevara,
primera mexicana que llegaba a una final de 400 metros. Haile
Gebreselassie nunca tuvo tan cerca la derrota. Tergat lanzó un
esprint largo en la última vuelta de la final de 10.000 pero en el
último metro le adelantó su «bestia negra», que sigue invicto en
esta distancia.
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