JOSÉ A. PASCUAL (SARAJEVO)
La selección española se enfrentará a la de Bosnia en el arranque de la fase de clasificación para el Mundial 2002 de Japón y Corea, su particular «operación sol naciente», en un encuentro incómodo por el rival y por la falta de rodaje en el que debe despejar dudas para allanar el camino hacia la cita asiática.

Un tropiezo como el del 5 de septiembre de 1998 en Larnaca contra Chipre "la derrota por 3-2 supuso la marcha de Javier Clemente de la selección", no sería algo irreparable, como se demostró en la ronda previa de la Eurocopa 2000, pero sí que provocaría un sobresalto a un equipo al que siempre se le exige el máximo, con capacidad para alcanzar cotas altas.

La irregular andadura en el torneo continental, en el que a la postre cayó frente a Francia, el campeón, en cuartos de final, y la derrota de hace pocas semanas en Hannover contra Alemania (4-1) pueden haber mermado la confianza en el entorno del equipo que, por su parte, se revuelve herido en su orgullo de intentar alcanzar de una vez los lugares de privilegio a los que puede llegar y que sabe que, pese a la complicación que pondrá el cuadro bosnio, debe hacer valer desde ya su condición de favorito.

Esta es la primera vez que España jugará en su historia en Sarajevo, una ciudad asolada por el conflicto bélico de los Balcanes, y lo hará ante un equipo con escaso nombre, pocos resultados positivos pero con hombres con cierto prestigio en el panorama internacional. Bosnia-Herzegovina saldrá espoleada por una afición que, aunque no llene los graderíos, arropará al máximo a los hombres de Miso Smajlovic.