ÀRBITRO: Vitor Manuel Melo Pereira, de Portugal. Mostró cartulina amarilla a Claudio López (min.34), Carboni (min.36) y Guardiola (min.38).
GOLES:
Minuto 69: Mendieta, 0-1.
Minuto 77: Frank de Boer, 1-1.
Minuto 93: Cocu, 2-1.
INCIDENCIAS: Partido de vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones, disputado en el Camp Nou ante unos 80.000 aficionados. En las horas previas al partido, estuvo lloviendo intensamente sobre Barcelona, pero no así durante el encuentro. El italiano Amedeo Carboni no podrá jugar la final por haber visto la tercera tarjeta amarilla.
«Sí, sí, sí, Valencia está en París», se oyó en el gol norte del Camp Nou y en toda Valencia, para festejar que el conjunto levantino jugará el día 24 de mayo en la capital francesa contra el Real Madrid la primera final de la Copa de Europa entre equipos de un mismo país, después de eliminar al FC Barcelona, y a pesar de haber perdido el partido por 2-1.
En el estadio de los sueños ayer se le rompió uno al Barcelona y nació otro para el conjunto valencianista, después de cuajar una sensacional competición, en la que se ha codeado con lo mejorcito del continente. Ahora sólo le queda lo más difícil, que es redondear su trabajo en SaintDenis contra el Real Madrid.
El Valencia tuvo la capacidad para generar angustia en el Barcelona casi desde el primer minuto, pero fue en la segunda parte en la que la esencia del fútbol valencianista se expresó con mayor brillo.
En la primera mitad se vio al Barcelona que había reclamado durante la semana el defensa Abelardo, lleno de coraje y entrega, y con el único objetivo de que Cañizares entrase en su meta a recoger balones.
Buena muestra de ello fue que el Barcelona tuvo reducido a su rival, pero esa película ya se había visto en otras ocasiones en el mismo escenario; movimiento pendular de la pelota hacia las bandas, centros en busca de un rematador rodeado de cuatro defensas y escasas ideas en enviar por bajo la pelota y romper la línea defensiva.
El guión plateado por el Valencia no fue menos previsible, pues recuperó con mayor vigorosidad, si cabe, la esencia futbolística que defiende el argentino Héctor Cúper. La ocasión bien lo valía, pues había que defender con uñas y dientes el 4-1 de Mestalla. Un buen contragolpe siempre es mejor que un ataque. Y así fueron pasando los minutos. Los amigos de Pellegrino en la retaguardia llevaron su línea a unos veinticinco metros de la línea de gol, y estrecharon tanto el campo que el Barcelona sintió que el gol no llegaría nunca.
La primera jugada de peligro se originó en el minuto 12, en una acción de pundonor del deseado Figo, quien, junto a Abelardo, parecía el único que se había enterado que el Barcelona debía ganar por 3-0.
En la segunda parte fue el Valencia liquidó el sueño barcelonista. Tres carreras, tres remates contra la meta de Hesp y el Barcelona empezó a ver cómo el partido se le iba de las manos. Lo peor que no sólo iba a no ganar el partido, sino que iba a perder a su público. Mendieta envió al Valencia a París.
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