El 0-0 de la ida anima a los madridistas. La mayoría de sus
jugadores afrontan este reto con especial entusiasmo. El morbo de
saltar a Old Trafford es un plus más de motivación. Con la vida
económica resuelta en la práctica totalidad de su plantilla, al
Real Madrid le van las emociones fuertes.
Pocas veces se ha visto un ambiente tan eufórico en el Madrid de
los últimos tiempos. Nadie quiere perderse el duelo. Roberto Carlos
va a asumir todos los riesgos. Su lesión en el tendón rotuliano
parece remitir. O por lo menos eso considera el brasileño, que por
nada del mundo se perdería esta fiesta del fútbol. A Carlos, como
le conocen en Manchester, no le amilana nada. Ni siquiera teniendo
presente la lesión de su compañero de selección Ronaldo, que
comenzó a renquear con una lesión similar.
Mañana el brasileño será titular. Y seguro que dirimirá un
bonito duelo con David Beckham en la banda. Vicente del Bosque
maneja pocas dudas. En las últimas horas siente la presión desde
algún sector, que le pide la titularidad de Anelka. El perjudicado
sería Fernando Morientes. Pero, al menos de inicio, parece que el
francés tendrá la ocasión de reencontrarse, o mejor dicho, de
bautizarse como futbolista del Real Madrid, ya en serio, en la
segunda mitad.
De entrada, Anelka parece vivir una pequeña metamorfosis. Ya
firma autógrafos. Ya se muestra un poco más amable con la gente.
Tanto en Barajas como el aeropuerto de Manchester se mostró
receptivo a las peticiones de los aficionados que le demandaban una
firma de recuerdo. Y eso en Anelka comienza a ser noticia. Aunque
luego uno le pueda ver durmiendo en el avión con las gafas de sol
puestas. En la defensa del Real Madrid reina el optimismo. La
mejora en los últimos partidos es evidente. Se fijan mejor las
marcas. Y les sorprenden menos tanto en los saques de esquina como
en los golpes francos, hasta ahora la asignatura pendiente de este
Real Madrid.
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