Fue un partido inesperado, en el que Davenport exhibió un tenis
agresivo buscando las líneas al que no supo responder nunca la
suiza. Con una mezcla de potencia y precisión barrió a Hingis en
tan sólo 19 minutos. La helvética perdió tres veces su servicio y
sólo anotó un punto al resto.
El público del Rod Laver Arena apoyaba incondicionalente a la
estadounidense, que había llegado a las semifinales en 1998 y 1999,
pero que nunca había alcanzado la final. Por contra, a Hingis ya se
le habían torcido las cosas el día anterior. La suiza llevaba tres
años consecutivos logrando los títulos de individuales y dobles.
Sin embargo la víspera perdió la final de dobles rompiéndose su
brillante racha en Australia.
La joven prodigio, que asombró al mundo del tenis al
transformarse en la más joven N.1 mundial a los 16 años y medio, el
31 de marzo de 1997, estaba simplemente perdida. Acorralada en el
fondo de la cancha, jugaba sobre sus talones y corría en vano tras
las pelotas que siempre escapaban a su raqueta.
El servicio de Hingis no funcionaba y Davenport tenía extremas
facilidades para rompérselo. Se habían invertido los papeles.
Davenport parecía la número 1 y Hingis la 2. La segunda manga
siguió por los mismos cauces hasta que se llegó al 5-1. Davenport
llegó a situarse a dos puntos de la victoria, al igual que lo había
hecho Sampras contra Agassi en semifinales, pero las dudas
invadieron su juego y Hingis se dio cuenta de que no tenía nada que
perder.
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