Los Campeonatos del Mundo de atletismo, la tercera competición
deportiva de mayor relieve universal, despiden el siglo a partir de
hoy en el estadio de La Cartuja bajo el cono de sombra que proyecta
el reciente eclipse de tres grandes mitos del atletismo,
sorprendidos por dopaje.
Los estadounidenses Maurice Greene, Marion Jones y Michael
Johnson, el danés Wilson Kipketer, el marroquí Hicham El Guerruj,
el etíope Haile Gebreselassie o la alemana Heike Drechsler se
enfrentan al reto de atraer hacia sus logros en la pista la
atención de un público distraído y acaso desmoralizado con los
recientes casos de dopaje. La sucesión en un corto lapso de tres
positivos que afectaron a «monstruos sagrados» del atletismo
-Javier Sotomayor, Linford Christie y Merlene Ottey- ha vuelto a
poner en entredicho al atletismo de elite y han extendido sobre la
masa de aficionados la impresión de escepticismo consiguiente.
Cuando mañana, a las 10 horas, los lanzadores de martillo se
dispongan a dirimir la lucha por un lugar en la final, los
Mundiales volverán a hablar el lenguaje del deporte.
El atletismo femenino persigue sin descanso el hallazgo de una
nueva reina que sustituya a la fallecida Florence Griffith. Tal vez
haya encontrado a su líder en la rapidísima Marion Jones, pero
habrá de refrendar aquí su liderazgo consiguiendo, al menos, la
mitad de las cuatro medallas anunciadas. Sevilla ha recibido a
1.952 atletas de 205 países y territorios sin el calor asfixiante
que se temía. Las sesiones de mañana y tarde se han dispuesto de
modo que las horas centrales del agosto sevillano se reservan al
descanso y no habrá, por tanto, excusas para no alcanzar el pleno
rendimiento.
Para la capital andaluza, los Mundiales de Atletismo
constituyen, además, un examen general del que dependerá la suerte
de la candidatura de Sevilla para los Juegos Olímpicos del año
2008.
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