Un espectáculo de luz, música y danza que simboliza la unión en
Baleares de las distintas culturas mediterráneas, con un claro
mensaje al mundo de paz y solidaridad, abrió ayer por la noche en
el nuevo estadio de Son Moix los XX Juegos Mundiales Universitarios
de Palma.
Los Juegos fueron oficialmente inaugurados con una ceremonia en
la que participaron más de 2.000 personas, y que giró en torno a la
mediterraneidad de la sede elegida y con un espectacular broche de
oro, que se plasmó cuando cuatro honderos -en representación de
toda las islas de Baleares- lanzaron sus piedras para encender el
fuego universitario en el pebetero. El acto, que tuvo una duración
de unas dos horas, un coste de 200 millones de pesetas y una
audiencia estimada por televisión de 600 millones de personas,
mezcló la música de Chopin, la obra del pintor Joan Miró, bailes
típicos mediterráneos y un estallido final de fuegos
artificiales.
Con la presencia de los Duques de Lugo, la infanta Elena -quien
aceptó la presidencia de honor de los Juegos- y Jaime Marichalar,
las principales autoridades de Baleares, encabezadas por su
presidente en funciones, Jaume Matas, y el presidente del COI, Juan
Antonio Samaranch, la ceremonia fue seguida con por los casi 25.000
espectadores que se dieron cita en Son Moix. Antoni Marí Calbet,
presidente en funciones del Consell, y Antoni Lluís Marí Ramon,
presidente de Sa Nostra, también asistieron al acto junto con el
resto de autoridades.
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