18 FRANCIA: Gaudin; Burdet (1), Gille (1), Golic (2), Joulin, Kervadec (2), Richardson (2) -siete inicial-, Jerome Fernandez (5), Stoecklin (5'1p) y Wiltberger.
Marcador cada cinco minutos: 4-1, 5-3, 7-4, 9-5, 11-7, 12-9 (descanso), 14-11, 16-12, 17-14, 19-15, 21-18, 23-18 (final).
Arbitros: Pendic y Majstorovic (Yugoslavia). Excluyeron a Urdangarín (2), Ugalde, Gille, Burdet y Kervadec.
España se clasificó para las semifinales del Campeonato del Mundo de balonmano de Egipto tras derrotar a Francia por 23-18, en un partido dominado siempre por el equipo español y con el que consigue por primera vez colocarse en la lucha directa por las medallas y, además, con un nuevo pasaporte olímpico.
El balonmano español rompió varias barreras con su victoria merecida. Además de la ya reseñada, consiguió zafarse por fin de la maldición de los quintos puestos en estos campeonatos, destrozó a su antigua «bestia negra» y cobró su venganza para la anterior generación de balonmanistas hispanos tantas veces desilusionados y acabó con dieciséis años de maleficio mundialista.
La selección española fue más que nunca un bloque compacto. Sus virtudes, especialmente las defensivas, no perdieron intensidad durante todo el encuentro y la fe en el triunfo ahogó a los franceses cada vez que éstos intentaron acercase en el marcador.
Y es que España nunca perdió el mando del tanteador. Los franceses cayeron en múltiples imprecisiones en ambos periodos, lo que es inadmisible para un equipo de este nivel. El conjunto de Román, muy concentrado en su trabajo, se disparó pronto en el marcador (3-0 en el minuto 4) y trabajó a destajo para aguantar la renta.
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