La llama olímpica, símbolo de la fuerza y el beneplácito que
conceden los dioses de la mitología griega a los Juegos Olímpicos,
presidió ayer la pista de atletismo de Can Misses, centro
neurálgico de las VIII Olimpiadas Escolares de Eivissa. Manteniendo
el espíritu de fraternidad entre los alumnos de los diez colegios
del municipio el espectáculo que se inicia con el desfile mejora
año tras año.
A la dificultad añadida de hacer desfilar a 1.158 alumnos de
primaria y secundaria se le suma la sincronización con la entrada
en la pista de la llama olímpica, procedente del Ayuntamiento. A
las diez de la mañana empezaba el desfile, con 2.000 personas en
las gradas, mientras los relevistas de la antorcha, uno de los
ejemplares de los Juegos de Barcelona 92, se acercaban a Can
Misses.
Tras el desfile, la antorcha entró en la pista para encender el
ya tradicional pebetero, en medio de tracas pirotécnicas y una
suelta de globos. Entonces fue el turno de la bandera olímpica. La
enseña de los cinco anillos caminó en manos de los alumnos más
pequeños de los diez colegios hasta el mástil donde fue izada. Un
manifiesto leído por dos alumnos, significando la importancia del
deporte en la búsqueda de una sociedad mejor cerró la ceremonia,
que dio paso a la competición.
La entrega de premios tuvo lugar a las siete en el Pabellón
Municipal de Eivissa, con la presencia de todos los
participantes.
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