Un vecino de Sant Antoni se está jugando quince años de prisión por
una supuesta violación cometida en agosto de 1999 y que sólo la
víctima y su representación legal, amén de una psicóloga que trata
a la afectada, mantienen que ocurrió. El acusado se sentó ayer en
el banquillo ante la Audiencia en un caso por el que la fiscalía ha
pedido el sobreseimiento provisional de la causa por falta de
pruebas. El imputado, por su parte, declaró ante la Sala que ni
siquiera la tocó cuando accedió a llevarla en su llaüt desde una
caseta de es Caló des Moro donde se celebraba una fiesta hasta el
rompeolas del puerto de Sant Antoni.
La exploración y examen del forense, así como el realizado por
un psiquiatra, ambos en calidad de peritos, confirmaron ante la
Audiencia que no hay indicios de la existencia de la consumación de
una violación. Ambos expertos, en sus respectivas especialidades,
indicaron que ni física ni psíquicamente se han encontrado indicios
de que la denunciante pasara por un trauma semejante al que
relató.
Ésta presentó denuncia días después de que supuestamente
ocurriera todo. Fue atendida en Can Misses, lugar donde muy bebida
y tras haber ingerido gran cantidad de ansiolíticos, dijo que había
sido agredida sexualmente. La Guardia Civil posteriormente detuvo
al sospechoso. La denunciante, una mujer al parecer con distintos
problemas depresivos, relató que llegó incluso a tirarse al mar
tras ser atacada y que luego, al subir, fue violada. El tribunal
suspendió la vista al faltar un testigo presentado por la acusación
particular que según su línea de defensa es «clave» para el
caso.
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