Los más jóvenes de la parroquia no recordarán un mes de diciembre tan húmedo, pero sí los lugareños de más edad. Catalina de Can Cosmi, a sus 60 años, tiene que rebuscar con esmero en su memoria para encontrar un final de otoño tan lluvioso en la zona. «Mis padres dicen que antes llovía mucho, pero a mí me cuesta recordar haber visto el Pla de Corona con tanta agua». El manto blanco que suele apreciarse desde finales de enero era el lunes «una piscina», según Catalina, quien cree que los «enormes charcos tardarán días en secar».
«Estaban muriendo»
Esta conducta meteorológica podría beneficiar a los preciados almendros en su proceso de floración. Muchos de ellos, explica la vecina de Santa Agnès, estaban a punto de morir por la prolongada falta de precipitaciones durante los últimos años. «Tanta lluvia quizá puede ser interesante para los almendros porque hacía tiempo que no llovía y se estaban muriendo. A los que no hayan muerto les irá bien el agua», admite.
Aunque en el Pla de Corona ha llovido «muy fuerte» en pocos días, tal y como aprecia Catalina, su fértil tierra roja parece haber absorbido con cierta facilidad la ingente cantidad de agua –como se observa en las imágenes, captadas ayer y anteayer– lo que puede hacer brotar nuevos árboles y recuperar a los más castigados.
Catalina de Can Cosmi precisa que el precario estado de muchos de ellos «no es porque estuvieran descuidados», sino por la falta de lluvias. «Seguramente hubiera sido mejor que lloviera un poco menos pero durante más tiempo, pero igual en enero o febrero nos llevamos una sorpresa. A ver qué pasa», expone.
Otra consecuencia del temporal, apunta Catalina, ha sido el derrumbe de muchos trozos de muro de piedra seca. «Hay muchas paredes que habrá que reparar y llevará su tiempo», concluye.
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