1. En muchas ocasiones, los perros infectados no presentan síntomas clínicos porque la enfermedad puede tardar incluso años en desarrollarse. Lo más aconsejable es llevar al perro al veterinario de forma periódica y realizarle las pruebas específicas una vez al año para detectar si existe o no la presencia de leishmaniosis canina.
2. Existen varios métodos de prevención para evitar que nuestro perro contraiga la enfermedad. El primero de ellos es intentar evitar la picadura del flebotomo en la medida de lo posible. Para ello, es aconsejable instaurar mosquiteras, con un diámetro considerablemente inferior al tamaño del mosquito, en todas las ventanas o puertas. Asimismo, es aconsejable impregnarlas de insecticidas que contengan permetrina o deltametrina, sustancias que repelen al flebotomo y que se pueden encontrar en productos de uso doméstico. Es importante resaltar que, en este caso, el uso de aceites esenciales no evitarán la entrada del mosquito y consecuente picadura. De manera que eliminemos ya esta posibilidad. El uso de insecticidas, ya sea en espray o conectados a la corriente eléctrica, se ha demostrado que es mucho más efectivo.
3. Sabiendo que los flebotomos transmisores de la enfermedad salen a picar durante la noche, siendo el periodo de máxima actividad del mosquito desde las 8 de la tarde hasta la una de la mañana, es recomendable evitar sacar a pasear a nuestro perro en esta franja horaria si habitamos en una de las zonas de riesgo, a fin de evitar la picadura. Asimismo, si la caseta de nuestro perro se halla en el jardín de nuestro hogar u otra parte exterior, deberás rociarla, también, con insecticida o poner cerca de ella un repelente de insectos, recuerda que el flebotomo es un mosquito no muy rápido y que suele picar al perro cuando este está descansando no cuando esta corriendo.
4. El uso de pipetas y collares repelentes, aunque no impiden la picadura del mosquito al 100%, son imprescindibles para reducir las posibilidades de que nuestro perro sea infectado.
Los collares tienen una eficacia del 95% y un período de acción de 6 meses. De manera que, pasado este tiempo, se debe cambiar por otro nuevo. Es importante que entre sus componentes se hallen la deltametrina o la permetrina.
En cuanto a las pipetas, son menos eficaces que los anteriores pero también pueden ser una buena opción. Pasadas las cuatro semanas de su aplicación, la eficacia se reduce hasta el 55%, de manera que es aconsejable aplicar otra pipeta antes de llegar a la cuarta semana.
5. Nuestros perros cuentan con un sistema inmunitaria que genera dos grandes tipos de respuestas inmunes, la celular y la humoral. La humoral (producción de anticuerpos) es la encargada de eliminar todos aquellos parásitos y bacterias que se hallan fuera de las células, mientras que la celular (activación de los macrofagos) ataca dentro de las células. Le leishmaniosis es una de las enfermedades que se desarrollan dentro de las células, de tal forma que deberemos reforzar al respuesta celular de nuestro perro.
6. Actualmente, existe una vacuna específica para prevenir la leishmania, cuya función no es otra que la de reforzar la respuesta inmune celular de nuestro perro. Durante el primer año de vida de nuestro can, deberemos ponerle tres vacunas contra la leishmaniosis canina, con tres semanas de margen entre vacuna y vacuna. El veterinario determinará cuándo aplicar la primera. A partir del segundo año, la vacuna será anual (una al año). Es importante seguir las fechas de vacunación, de no hacerlo, no surgirá efecto. Los perros infectados no podrán vacunarse.
7. Existen varias formas de prevenir la leishmaniosis canina pero ninguna de ellas es 100% efectiva, de manera que deberás complementarlas con análisis periódicos por parte del veterinario. En caso de infección, detectar la enfermedad a tiempo puede hacer que el tratamiento asegure una mejor calidad de vida de tu perro.
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