El edificio del ahora bar restaurante Royalty es toda una institución en Santa Eulària. | Marco Torres
Juan Marí Noguera tenía en la entrada del pueblo de Santa Eulària un molino que explotaba y lo cierto es que «le iba muy bien», confiesa Maria Marí Tur. Por ese motivo decidió derribar la vivienda familiar que tenían sus padres en can Margè y construir el hotel con una parte dedicada a la vivienda familiar.
Lo construyó en el verano de 1933, a imagen y semejanza de un edificio que vio en un viaje a Valencia «y le encantó». El hotel tenía 6 habitaciones en el primer piso, 3 con balcón 2 con ventana y una interior, un baño y un patio con pozo para sacar el agua. «La habitación más solicitada era la número 1 que daba a la plaza de España y tenía unas vistas al mar y a la montaña preciosas, cosa que ahora ya no tenemos», explica Marí, quien aclara que, el bar-comedor estaba en la planta baja, aunque no era tan grande como ahora.
«Mi padre construyó el hotel pero no le puso nombre, una vez estuvo terminado decidió alquilarlo porque a él le iba muy bien con el negocio del molino», señala Maria. El primer inquilino fue Juan Canals, aunque desde entonces se le ha conoció como Juanito del Royalty. «Era un joven cocinero que había estado trabajando en Barcelona y venía con las ideas frescas», cuenta Maria.
El hotel estuvo muchos años alquilado, primero a Juan Canals y después a otros 3 o 4 inquilinos. «La familia no pudimos recuperarlo hasta 1979 por los problemas que daban los antiguos contratos de alquiler», confiesa Maria Marí.
De los clientes de aquella época, Marí recuerda a una pintora inglesa llamada Gramkow que vino con sus dos hijos pequeños durante dos años, del 35 al 36. Gramkow utilizaba el tejado para pintar por las vistas tan bonitas que tenía la terraza al mar y a la montaña.
«Y resulta que esta señora -cuenta Maria Marí en un tono muy interesante- era de la familia de la duquesa de Windsor y por eso cuando empezó la Guerra Civil española vino a buscarla a Eivissa un barco de guerra inglés y se la llevó con sus dos hijos». Precisamente hace unos años estuvo en el Royalty uno de los hijos de Gramkow, Ted, «que vino a visitarnos y a explicarnos lo que supuso para ellos aquella época y a recordar con nosotros aquellos dos años de su vida. Este tipo de experiencias son muy bonitas», revive Maria.
Esta señora inglesa «fue la que colocó el primer árbol de Navidad de Santa Eulària y lo hizo en el Royalty, no sabemos si era el primero de la isla de Eivissa, pero del pueblo seguro», matiza Maria, quien asegura que, «acudió todo el municipo a ver semejante acontecimiento, porque fue algo muy novedoso. Todos venían a verlo».
Gramkow «también fue la que enseñó a los cocineros a hacer las patatas fritas tipo chips, muy finitas porque así era como les gustaban a sus hijos».
Otro cliente muy famoso de la época, continua Maria Marí, fue Errol Flynn. «Era un actor muy conocio en aquel entonces y lo único que recuerdo de él es que se comentó mucho lo mujeriego que era», reconoce.
En 1979 la familia consiguió recuperar el edificio, porque a los hijos de los últimos inquilinos no no les gustaba el negocio y lo quisieron traspasar. «Había un banco que también estaba intersado, pero sentimentalmente la familia quería volver a tenerlo. Nos hizo mucha ilusión volver a tener el Royalty porque nosotros siempre nos hemos dedicado al turismo», confiesa su propietaria.
Hoy, muchos años después de su inauguración la nieta de Juan Marí Noguera, Eva Riera Marí, es la que lleva la gestión de un restaurante que hace mucho dejó de ser hotel. «No recordamos exactamente en qué momento fue, pero los últimos inquilinos ya utilizaban la planta de arriba como vivienda particular», informa Eva.
Unos años después de su recuperación, en 1984, realizaron una reforma para que toda la planta baja estuviera dedicada al bar restaurante que hoy es el Royalty.
Hoy en día, afirma Eva, todavía nos llama la atención la cantidad de gente que viene buscando a clientes que sabe que se encuentran en su mesa habitual. También es llamativo que los familiares o amigos llamen a nuestros clientes por teléfono estando seguros de que los van a encontrar en su sitio habitual del Royalty, e incluso les dejan cartas. «Incluso una vez hubo un cliente que nos quiso alquilar una mesa una vez para trabajar en ella cada día. Hay muchos personas que viven en el Royalty, que echan más horas aquí que en casa y eso es muy agradable», considera Eva.
Por lo que se refiere a las personalidades reconocidas que han pasado por la terraza de este emblemático establecimiento de Santa Eulària, la familia «prefiere no dar nombres porque es política de la empresa dejar a los clientes que estén tranquilos». Además, Eva Riera asegura que todas las personas que acuden a su negocio son igual de importantes, «nosotros al menos lo sentimos así y por eso tampoco hemos fotografiado a ninguna persona famosa que haya venido», señala Eva Riera, la tercera generación familiar que se hace cargo del Royalty.
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