Todo comenzó en el pleno municipal del pasado martes, cuando José
Marí Ribas, Reganes, concejal de Urbanismo de Sant Josep, aprovechó
la defensa de la moción de su partido para que el Consell deje de
fustigar al Ayuntamiento reclamando licencias previas a 1990 para
sacar a la luz uno de los ejemplos de lo que, según ellos, no tiene
sentido remover: una licencia que data de 1988 de un ciudadano
sobre cuyo expediente hay la sospecha de la superficie rea de la
parcela.
Reganes afirma que ésta es de unos 6.000 metros cuadrados, que
en los planos del proyecto se convierten en 7.655. Eran otros
tiempos y las cosas se hacían de otra manera. El ciudadano resultó
ser Josep Marí Ribas, Agustinet, a la sazón líder de la oposición
municipal y conseller insular de Urbanisme, que se quedó blanco
cuando le escuchó y le vio sacar sus papeles.
A partir de ahí se ha producido una sucesión de declaraciones,
argumentaciones y aseveraciones que han sacado los colores del que
iba a ser indiscutido candidato del Pacte al gobierno de Sant
Josep, un candidato, por cierto, que se quedó a unas decenas de
votos de haber sido alcalde en 1999, pero que puede ver frustradas
sus aspiraciones de mayo del año que viene, dependiendo de cómo
evolucione social y mediáticamente el asunto.
De momento, Xico Tarrés, secretario general del PSOE, partido en
el que se adscribe, le saca sólo una «tarjeta amarilla», como
señala en un símil deportivo. Considera que «no merece la
expulsión» por unos hechos que datan de hace trece años y después
de que aquel haya cumplido en mayor medida que otros la legalidad,
con dos salvedades: la cuestión de la superficie y la construcción
del vial de acceso sin esperar a la preceptiva licencia
municipal.
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