No hace falta acudir a la estación de esquí de Candanchú para hacer
eslalon. Para hacer eses con el automóvil basta con ir a la calle
Ramon Muntaner (en la ciudad de Eivissa), esa especie de salvaje
oeste en cuestión de aparcamiento donde en apenas quinientos metros
hay que sortear decenas de vehículos mal aparcados.
A pesar de que con el fin de la temporada esa calle ya no se
encuentra tan estrangulada como en pleno estío, este periódico pudo
comprobar hace una semana cómo para recorrerla de punta a punta era
preciso esquivar (absténgasen de circular por allí los vehículos
sin dirección asistida) una veintena de automóviles, motocicletas y
camiones incorrectamente estacionados: un turismo se hallaba justo
en el cruce con la calle Galicia; un camión que repartía helados
permaneció media hora en una esquina y sobre la acera, justo al
lado de dos señales de prohibido aparcar.
Un camión de frutos secos no tuvo reparos en obstaculizar
reiteradamente el paso a lo largo de todo el tramo; una furgoneta
en medio de la curva obligó al conductor del autobús 50 a invadir
el carril contrario... Las infracciones son constantes y lo más
curioso es que muchas podrían evitarse porque quienes aparcan
indebidamente tienen justo a unos metros sitio libre para dejar sus
vehículos. Pero, como ocurre en el caso de los hoteles, los
conductores prefieren estacionar mal antes que cruzar la calle con
las maletas en la mano.
El concejal de Gobernación del Ayuntamiento de Eivissa, Pedro
Campillo, admite la anárquica situación que se da en esa vía, una
de las más transitadas de la ciudad: «Todas las soluciones ya se
han tomado. Pero aquello da para poco», dice con resignación. La
urbanización de la calle está tan «mal concebida» que pocas medidas
se pueden introducir para corregir ese problema, excepto las
coercitivas.
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