Estos días se cumple el décimo aniversario de la mayor movilización
ciudadana vivida en Formentera durante la pasada década: la
oposición a la construcción de un camping en es Ca Marí. En abril
el rechazo popular, mayoritario y que unió a todo el espectro
político (PSOE, PP e Independientes), se materializó en la
manifestación más importante que se conoce en aquella isla.
La movilización comenzó a fraguarse a finales de marzo, cuando
el Tribunal Superior de Justicia dio el plazo de un mes al
Ayuntamiento para que concediera la licencia municipal a los
promotores del camping, la empresa Formentera Club S. A., cuyo
proyecto preveía más de mil plazas en ese paraje, algo que afectaba
seriamente a los intereses de los habitantes de la isla. La
oposición del Consistorio a dar la licencia había sido sistemática
y se basaba en que el camping se iba a instalar en una zona
considerada no urbanizable que estaba afectada tanto por la ley de
Espacios Naturales (LEN) como por la ley de Costas. A juicio del
TSJ, la actuación municipal era un caso de «desobediencia
deliberada». Formentera Club disponía de la declaración de interés
social otorgada por la Comisión Provincial de Urbanismo. Pese al
ultimátum, los ediles siguieron en sus trece: estaban dispuestos a
dimitir con tal de no dar el permiso. Los partidos cerraron filas:
por primera vez en la historia moderna coincidían en un tema.
El 13 de abril el Ayuntamiento celebró un pleno en el que por
unanimidad se aprobó recurrir la decisión del TSJ. Mientras, una
coordinadora de entidades cívicas organizaba la manifestación que
se celebraría el 26 de abril. El número de participantes no queda
muy claro en los artículos al respecto que publicaron los dos
diarios locales de entonces: para La Prensa de Ibiza, alrededor de
1.500 personas partieron de La Savina a Sant Francesc, y desde este
núcleo a es Ca Marí, donde se celebró una fiesta, con torrada y
actuaciones (como la de Aires Formenterencs); para 'Diario de
Ibiza' la marcha de cinco kilómetros congregó a «más de mil
personas». A pesar de esa respuesta ciudadana, los promotores no se
desanimaron: el camping se construirá aunque hubiera que «llevar a
la Guardia Civil», dijo uno de sus responsables, Luis Carola.
Los que pagaron un alto precio porque el camping y la
edificación de 3.500 metros cuadrados anexa no se construyeran
fueron los ediles que se opusieron a dar la licencia, ya que en
1996 fueron inhabilitados para ejercer cargos públicos (el Gobierno
denegó el indulto en marzo de 1999). La inhabilitación recayó sobre
los socialistas Bartomeu Ferrer Marí, alcalde en la época de los
hechos, y Bartomeu Ferrer Mayans, y los miembros del GUIF Antoni
Serra Colomar (ex alcalde y alcalde de nuevo en la época de la
sentencia) y Eduardo Ferrer Ferrer. Por lo que respecta a Ferrer
Marí, la inhabilitación ya ha finalizado, ya que en la época en que
salió la sentencia ya no era alcalde ni concejal y han transcurrido
los seis años prescritos; Ferrer Mayans renunció en el pleno de
marzo de 1996, por lo que el mes pasado se extinguió su
inhabilitación. Antoni Serra y Eduardo Ferrer renunciaron en el
pleno celebrado el 20 de noviembre 1996, por lo que aún les restan
unos meses de inhabilitación.
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