Los peatones se ven obligados a invadir el carril ante la imposibilidad de transitar por un arcén. Foto: KIKE TABERNER.

Cada día que pasa el estado de la carretera de Sant Josep de sa Talaia ofrece más trampas para el conductor. A pesar de ser una de las vías que soporta menos tránsito de vehículos en Eivissa, es una de las que registra más paso de camiones, algo que provoca que su procesa de degradación sea más acelerado que el de otras calzadas, los baches aparecen desde los primeros metros hasta la llegada a la localidad Ultima Hora Ibiza y Formentera ha recorrido el trayecto para comprobar cómo está el firme.

Nada más acceder desde Can Sifre a la carretera de Sant Josep el conductor se da cuenta de que le esperan 12 kilómetros con sobresaltos. El asfalto de la carretera comienza a mostrar sus carencias desde el primer kilómetro. El desgaste ha provocado que los hoyos hagan acto de presencia. Las suspensiones de los coches sufren las consecuencias del paso continuo de vehículos pesados y de la erosión propia del paso del tiempo. Baches como los que aparecen de manera pronunciada en el kilómetro 4, a la altura del Naïf. Allí no se puede pasar rápido porque se corre el peligro de perder el control del vehículo.

Algo similar ocurre 500 metros después. Un torrente obligó hace unos meses a levantar el firme. La reconstrucción del mismo quedó bastante peor y ahora hay un bache de grandes dimensiones que daña bastante a los vehículos. Se encuentra unos metros después de dejar atrás el cruce que lleva al aeropuerto. Entre este tramo y el kilómetro 8 hay socavones que obligan a trazar maniobras para esquivarlos que pueden significar la invasión del otro carril con el consiguiente peligro. El ejemplo más claro se avista en los metros previos al desvío a es Cubells, donde en plena curva hay un desnivel que los conductores esquivan como pueden. El problema es que la carretera es muy estrecha, no tiene arcenes y las paredes se echan encima, por lo que una hipotética rectificación de la maniobra sería misión imposible.

El asfalto no sólo presenta erosiones, también cortes en los arcenes que merman aún más la calzada y bultos provocados por el crecimientos de las raíces de los árboles que crecen a ambos márgenes. En el kilómetro 10 un peatón, un ciclista o un motorista, tienen que invadir parte del carril sentido a Sant Josep para poder seguir su camino, ya que una ladera de piedra llega justo hasta la línea continua que delimita el límite de la calzada. La carretera está pendiente de que se acometan las obras ya adjudicadas para suavizar diez curvas y ampliar el ancho en algunos puntos.