El último temporal sufrido en las Islas ha arrancado árboles, ha
destrozado barcas y cultivos, ha levantado tejados y ha derruido
muros pero, además, se ha llevado la arena de muchas de las playas
de las Pitiüses, con lo que todo el sector turístico ha sentido
que, indirectamente, se estaba perjudicando la principal materia
prima. Porque si hasta ahora se hablaba de diversificar la oferta
turística, nadie apostaba por que eso fuera a significar acabar con
el producto de sol y playa, el único que realmente funciona a un
nivel suficiente como para hacer trabajar la máquina económica de
Eivissa y Formentera.
Ha llegado la calma y empieza la evaluación de daños. Nadie ha
cuantificado aún cuánta arena es necesaria para dejar las playas al
menos en la misma situación en que se encontraban antes del
temporal, pero las voces de alarma son muchas. La Asociación de
Concesionarios de Zona Marítimo-Terrestre dice que prácticamente el
cien por cien de nuestras costas necesita arena, los alcaldes de
Sant Joan y Sant Antoni reconocen que sus municipios no pueden
permitirse el lujo de afrontar la temporada sin reposiciones.
La competencia de mejorar el litoral es de la Demarcación de
Costas, organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente,
pero muchas de sus actuaciones requieren del visto bueno de la
Conselleria de Medi Ambient. De que estas dos administraciones se
pongan de acuerdo en cómo recuperar la arena y volver a depositarla
en las playas dependerá la imagen que se ofrezca el próximo verano.
Y también de la rapidez con la que se alcancen esos acuerdos y se
tomen decisiones.
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