Hace tan solo unos días, mientras revisaba las noticias matutinas, me topé con una información que me dejó helado. Al parecer, las navieras han decidido plantarle cara a la nueva ley que restringirá la entrada de vehículos a Ibiza a partir de esta temporada alegando que esta normativa dificultará la vida de quienes necesitan llegar con su coche desde la península. Me entraron los temblores fríos, los sudores, las taquicardias... y cuando al final me conseguí calmar... intenté aclarar el por qué de esta pataleta, y si hay algo más detrás, teniendo en cuenta que a las navieras no les preocupa en absoluto el bienestar de los residentes de Ibiza.
La nueva legislación que se ha impulsado desde el Consell d’Eivissa busca limitar el ingreso de vehículos durante los meses de mayor afluencia turística y con ello intentar solucionar el caos vial, reducir la contaminación y proteger la esencia de la isla viendo el peligroso camino que habíamos emprendido durante los últimos años. Y es que a prácticamente cualquiera que le preguntes le parece bien cualquier medida que ayude a que las rotondas o las carreteras de la isla no se conviertan en los meses de verano en un infierno de motores rugientes y colas interminables.
Pero contra todo pronóstico hay quien no lo ve igual. Vivimos en España y siempre hay quien tiene que sacar los pies del tiesto. Y es que las navieras, que dependen de la carga de vehículos como una importante fuente de ingresos, han alzado la voz con críticas y advertencias de boicot sin tener reparo en ocultar que menos coches significa menos negocio. Y ante esto, no hay nada más que objetar. Claro y en botella porque si uno se pone en la piel de quien dirige estas empresas o en la del Tío Gilito es fácil comprender cómo estas restricciones van a provocar que muchos turistas opten por dejar sus coches en casa y recurran al transporte público o a medios sostenibles para moverse por la isla. Y eso, sin ninguna duda, supone pérdidas... y a todos nos gusta seguir llenándonos los bolsillos.
Pero ojo, que tampoco es bueno centrar todo en las navieras. Hay otro sector que también se ha revelado contra esta nueva normativa que ha de comenzar esta temporada. Las empresas de alquiler de coches también andan con la mosca detrás de la oreja por la medida aunque en su caso han decidido mantener un perfil algo más bajo en sus críticas ya que hay quien dice que, a lo mejor, no es tan malo para ellos el que lleguen menos vehículos en barco. Ya saben, menos coches llegando a la isla, más clientes para ellos porque de alguna manera hay que moverse por Ibiza y eso, tal vez, suponga incluso que ganen más dinero por más que tengan que cumplir unos cupos impuestos por el Consell.
Una pugna entre unos y otros que, además, forma parte de un debate aún mayor y que se centra en cómo encontrar un equilibrio entre turista, residente, sostenibilidad y economía... y que a priori no parece sencillo. El caso es que les guste o no a las navieras y a las empresas de rent a car, esta normativa representa un cambio audaz y necesario para afrontar la saturación vial durante las temporadas altas que iba camino de cargarse definitivamente un paraíso como es Ibiza. Simboliza una oportunidad de gestionar de manera responsable nuestros limitados recursos con el valor añadido de «no ser una medida arbitraria sino que responde al estudio de la capacidad real de las infraestructuras locales» tal y como ha asegurado el director insular de Transportes, Roberto Algaba y uno de los que más sabe de este tema en toda la administración pitiusa. Por una vez, se trata de una normativa que no busca limitar por limitar, sino conseguir un equilibrio entre el desarrollo turístico y la preservación del bienestar de residentes y visitantes y por ello sería bueno que todos los sectores involucrados se unieran y aportaran sus propuestas abriéndose una puerta al diálogo y no a la queja ante el temor de ver afectadas sus cuentas de resultados. Nosotros, ustedes, nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos se lo agradecerán.
PD: Esta nueva ley para regular la entrada de vehículos está muy bien y es una gran oportunidad pero no podemos perder de vista que es necesario mejorar el transporte público con un servicio de autobuses atractivo y funcional que se convierta en una alternativa real para reducir la dependencia de vehículos privados, disminuyendo no solo el tráfico, sino también el impacto ambiental.
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