Da igual lo que digas, lo que escribas, lo que opines, lo que manifieste mucha gente (basta leer las redes sociales) que una parte del Consell d'Eivissa sigue, erre que erre, con su pantomina de consulta popular sobre la carretera de Santa Eulària. No acabo de entender que el president Vicent Torres intente poner paños calientes ante el esperpento que está protagonizando su gobierno. Sí, su gobierno. Y que Viviana de Sans sea la vicepresidenta y dirija un departamento de Transparencia cuando hoy nadie sabe para qué servirán los votos de la consulta. Depende del día es vinculante. Otro, no vinculante. Intentan vender, con bastante poco éxito, que votar no es malo, que está bien conocer la opinión de la gente, y que este proyecto, tan importante, precisa sondear a los ciudadanos. Todo muy bonito, genial, muy guay, pero luego lo que chirría es que digan que no es vinculante (depende del día, como ya he dicho) y que nadie a día de hoy sepa quién puede votar en esta consulta popular, con urnas y todo, y que los que nos oponemos a esta pérdida de tiempo seamos acusados de antidemócratas. Solo el tiempo dirá el desgaste que supondrá para este gobierno la consulta de la carretera de Santa Eulària. Como Bauzá con el TIL o Antich con la primera ecotasa. Y lo increíble, lo alucinante, es que si Podemos decide votar en contra de este proyecto de carreteras el proyecto saldrá adelante gracias a los votos del PP. Porque el PP sí votará a favor, como el PSOE. Con eso pueden quedar tranquilos los miles de conductores que padecen a diario esta carretera tercermundista. Y mientras los dirigentes de Podemos nos dan lecciones de democracia, sorprende que se hayan olvidado de presentar sus cuentas de la campaña electoral. Cosas de la casta, dirían los podemitas.