Desde muy joven, Osel fue sometido a rigurosas pruebas para confirmar su identidad espiritual, incluyendo el reconocimiento de objetos pertenecientes al lama fallecido, pruebas que superó con asombrosa precisión. Esto lo llevó a vivir una vida dedicada al budismo, viajando de templo en templo para continuar con la misión espiritual que le había sido encomendada.
A pesar de su destino predestinado, a los seis años, Osel empezó a tomar conciencia de su situación y del peso de las expectativas que recaían sobre él. «Con seis años, me di cuenta de que era un déspota, un tirano, y no me gustaba. Lo vi en la reacción de la gente. No me trataban mal, pero había un sentimiento de tristeza. Yo decía: soy el rey del universo y quiero una capa. Y me la hice, con planetas y estrellas. La persona que me ayudaba, una monja egipcia, me dijo en inglés: 'No soy tu maldita sirvienta' . Ahí cambió todo, fue mi momento de transformación», relataba en una entrevista en ABC en 2022.
Finalmente, a los 17 años, Osel decidió romper con su vida monástica y regresar a Ibiza, la tierra de sus padres. A pesar de sus dudas iniciales, convenció a sus maestros de que merecía una educación occidental, y así se adentró en un mundo completamente diferente al que conocía. La experiencia, aunque liberadora, no estuvo exenta de desafíos, y Osel recuerda con cierta angustia sus primeros encuentros con la desnudez y la vida nocturna de la isla.
Tras un breve retorno al monasterio, Osel optó por iniciar una nueva vida en España, un giro definitivo que le permitiría descubrir su verdadera identidad lejos de las estrictas normas budistas.
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GetrudisLo has visto desde tu balcón, con los prismáticos?
Tiene aire de hamaquero entre pinos