La primera lección del ayuno intermitente es que, como su nombre indica, es un ayuno, no una dieta para adelgazar. La creencia errónea es puro márketing «relacionado con la nutrición», indican desde Sanudiet, la consulta autorizada de nutrición de la farmacia Bonnín de Palma. Allí trabajan las especialistas Paloma Martínez y Teresa Juanes quienes, de lo primero que advierten, es de que no necesariamente se pierde peso. «Antes de recomendarlo hay que ver a quién tienes delante», dicen. Por ejemplo, «si eres de los que necesitas saciarte, no es para ti».
El ayuno es un cambio de hábitos, una redistribución en el horario de comidas, pero ojo, «hay gente que lo hace 16 horas y luego come fatal. Lo importante es que siga un patrón saludable y guiado por un profesional, al menos al principio», incide la nutricionista Paloma Martínez. A su lado, Teresa Juanes, asiente: «Lo recomendaría a quien ya lo hace de forma natural porque a nivel genético, o por rutina y horarios, le va mejor comer menos veces», añade.
Ambas son partidarias de las tradicionales cinco ingestas diarias recomendadas, algo totalmente compatible con esta práctica. «La base es que se haga un descanso digestivo fisiológico de doce horas», señala Juanes. De hecho, dice, ya mucha gente lo practica sin saberlo, «si después lo quieres alargar, debe ser progresivo, y tampoco es necesario que sea diario», argumenta. Estas especialistas están de acuerdo en señalar sus múltiples beneficios. «Hay estudios científicos que dicen que es bueno para patologías como el síndrome metabólico, hipertensión, diabetes... Ayuda a controlar la glucemia», explica Martínez.
Pero «también para digestiones pesadas o para comedores compulsivos, ya que les ayuda a regularse. Por ejemplo, los que cenan antes, duermen mejor», añade Teresa Juanes, quien recuerda que el ayuno intermitente suele aprovechar las horas de sueño pero no tiene una estructura fija. El modelo tipo, sobre el que se han realizado más estudios, es de 16 horas sin comer, aunque lo recomendable es que sea paulatino y que, dentro del horario para alimentarse, se hagan las cinco comidas. «Quien lo hace de forma natural, lo ha afinado todo y lo encauza dentro de su rutina de forma más saludable», añade Juanes.
El máximo diario sin comer, sin embargo, es de 24 horas. Mucha gente lo realiza para depurar pero ambas especialistas no son del todo partidarias de ello. «No estoy muy a favor de los cambios radicales aunque tenga otros beneficios», advierte Martínez. Y es que, los mayores defensores de este detox alertan del principal riesgo y dicen que «el beneficio es notar que tienes mucha energía». Por este motivo, «hay personas que lo estiran y eso puede acarrear problemas a nivel de hormonas, o un trastorno de la conducta alimentaria porque al final rompes también muchas cosas a nivel social», concluye Juanes.
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