Aprovechando que empieza un nuevo curso, no solo escolar, es conveniente recoger las reflexiones gestadas en el período estival en un año decisivo para la economía social en el que se han aplicado en toda su extensión los preceptos y efectos jurídicos de la ley 5/2023 de Cooperatives de les Illes Balears.

En este contexto, la primera reflexión surge de la experiencia de hablar y trabajar con grupos políticos, con la administración, con grupos promotores, con amigos, con familiares, con la sociedad en general. Resulta que la gran mayoría piensa que las cooperativas son la mejor opción para emprender, por sus valores y principios y por su manera de funcionar. Entonces, ¿por qué el resto de empresas, menos valoradas, se eligen de forma mayoritaria? Es como si nuestras empresas fueran solo «simpáticas», y para las cosas importantes mejor algo más seguro.

¿Qué podemos hacer para salir de esta contradicción y hacer que nos valoren y nos elijan?
En primer lugar, las cooperativas deben tener un papel relevante en el tejido empresarial y hay que explicarlo. En España hay actualmente 18.941 cooperativas de trabajo asociado, que representan el 5,5% del PIB de España. Aquí tenemos cooperativas en todos los sectores económicos, especialmente relevantes son las de educación y las agrarias, pero existen multitud de microcooperativas que van abriéndose camino junto a otras empresas, aportando valores que permiten que las personas tomen el control de sus economías futuras, y al no ser propiedad de accionistas, los beneficios económicos y sociales de su actividad permanezcan en las comunidades en las que se establecen.

En segundo lugar, es importante crear alianzas. Solas no cambiaremos el mundo. Hay empresas convencionales que hacen las cosas muy bien y hay que sumar esfuerzos, salir de nuestra zona de confort, dialogar con todos y escuchar activamente.

La siguiente reflexión nace del trabajo hecho hasta ahora y la conclusión es que hay que cambiar el mensaje: se trata de preparar el futuro, de comunicar, de explicar lo que hacemos y de mostrar ejemplos de éxito. Hay que repensar el mensaje y hacerlo de manera atractiva para las generaciones futuras. Cambiemos también las formas, dejemos de organizar jornadas, cursos, congresos para cooperativistas y abramos la puerta al mundo.

Otra reflexión: el problema no es el sector sino el modelo socioeconómico, en el que prima la obtención del máximo beneficio a cualquier precio. Las cooperativas creamos riqueza económica y social, siguiendo nuestros valores, para repartirla entre los cooperativistas y la sociedad de acuerdo con los principios de la economía social.

Por último cabe recordar que la cooperativa es la única formula empresarial que señala como modelo la constitución Española: «Artículo 129. Los poderes públicos promoverán eficazmente las diversas formas de participación en la empresa y fomentarán, mediante una legislación adecuada, las sociedades cooperativas».