Vamos a centrarnos en las películas. Todavía recuerdo cuando era pequeña y volvía a ver por enésima vez películas como Grease, Dirty Dancing, Ghost... Las veía, claro, por la tele. Muchas veces, el hecho de ver una película era un punto de encuentro con la familia o los amigos.
Otra de las opciones que teníamos era la de ir al videoclub y ver la que más te gustase, era ir un paso más allá. O también si queríamos ver el último estreno podíamos ir al cine.
¿Cómo hemos cambiado en poco más de una década? La forma de consumir tele es “bastante diferente” y eso que estamos en pleno proceso.
Para comenzar, nos encontramos con que muchos hogares ¡no tienen televisor! Y muchos de los que sí que lo tienen se trata de una televisión inteligente. Decenas de canales especializados, programas a la carta, la posibilidad de rebobinar hacia delante o hacia atrás lo que estamos viendo, etc.
Tenemos ante nosotros un catálogo enorme que nos permite consumir bajo demanda lo que queramos y cuándo queramos. Con un algoritmo inteligente que nos recomienda en base a nuestros gustos.
Después nos encontramos con Netflix, HBO, Amazon Prime, etc. que han conseguido que nuestra tele sea un mero reproductor de lo que consumimos en el ordenador o el smartphone. Al principio era ideal, un modelo por el que por menos de 10 € podías ver series y pelis tanto conocidas como de producción propia. Ahora se está dividiendo la oferta y esos 10 € se pueden llegar a convertir fácilmente en 50 €, al contratar varios servicios. ¿Nos saldrá a cuenta? ¿Cómo evolucionará la situación?
El cine se suma a esta tarifa plana y la startup MoviePass propone que podamos ir a ver nuestros films favoritos, hasta una vez al día, por 9,95 dólares al mes. Ya está en beta en algunos estados de EEUU. ¿Llegaremos a verlo en España?
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