El arquitecto danés Jorn Utzon, creador de la Opera de Sydney, murió ayer a los 90 años de un fallo cardíaco mientras dormía, según informaron fuentes familiares. Considerado uno de los arquitectos más importantes del siglo XX, Utzon había regresado hacía más de un año a su Dinamarca natal después de haber residido varias décadas en Mallorca, donde dejó dos de sus últimas obras, Can Lis (1973) y Can Feliz (1994), en la que vivió durante años con su mujer. De hecho, en los pasados días, se celebró en Mallorca una jornada dedicada a la obra de este arquitecto, organizada por iniciativa del Govern balear.
Ganador en 2003 del Premio Pritzker, considerado el «Nobel» de la arquitectura, Utzon nació el 9 de abril de 1918 en Copenhague, aunque se mudó de pequeño a la localidad Aalborg, al norte de la península de Jutlandia, donde pasó su infancia. En Aalborg se inauguró el pasado mayo un centro de investigación dedicado a su obra, diseñado por él mismo y por sus hijos Jan y Kim, y en el que se conserva el archivo personal del artista, que incluye obras desconocidas, bocetos y dibujos originales.
Formado como arquitecto en la Real Academia de Arte de Copenhague, Utzon estuvo influenciado en sus inicios por dos figuras claves de la arquitectura escandinava, el sueco Gunnar Asplund y el finlandés Alvar Aalto.
Sidney
En 1957 ganó el concurso internacional para construir la Opera de Sydney, la obra que le dio la fama mundial y que es considerada uno de los iconos visuales del siglo pasado. Con un presupuesto que se había disparado y continuos retrasos en su construcción, Utzon, enfrentado con las autoridades locales, abandonó Sydney en 1966, jurando que nunca regresaría, viendo cómo la construcción del interior de su obra maestra era encargada a otros arquitectos, sin respetar sus planes originales.
No obstante, el paso del tiempo y la insistencia del gobierno del estado de Nueva Gales del Sur, al que pertenece Sydney, convencieron a un anciano Utzon a dirigir hace unos años un proyecto de reforma, que incluía mejoras de la acústica y cambios en el interior. La Opera de Sydney «sintetiza todas sus virtudes como arquitecto y hace que podamos pensar que lo que hacemos puede llegar a estar muy por encima de lo que somos», declaró una vez el arquitecto español Rafael Moneo, quien trabajó de joven en el estudio de Utzon en Dinamarca.
La presencia de la naturaleza -sus formas y estructuras, su principio de crecimiento- como fuente de imaginación y su capacidad para captar la esencia en arquitecturas de otras culturas son rasgos centrales de una obra en la que también destacan las casas Kingo (Elsinor, Dinamarca, 1956-59), la iglesia de Bagsbvaerd (Copenhague, 1968-76) y el Parlamento de Kuwait (1972-82).
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