«Si tuviéramos que hacer el trabajo ahora sería mucho más fácil,
porque hay más material disponible y mejores métodos de impresión».
Con estas palabras, el arquitecto Félix Julbe explicó ayer los
problemas que tuvieron él y Rafael Pascuet para publicar en 1980
«Introducción al análisis histórico de la ciudad de Ibiza», la
primera monografía de una serie sobre la arquitectura ibicenca,
cuya reedición, revisada y ampliada, inicia ahora el Col·legi
d'Arquitectes con la colaboración del Ayuntamiento de Eivissa.
La sede de la entidad, Can Llaneres, acogió ayer la presentación
de este primer volumen, «que reúne toda la información que en los
años setenta pudimos encontrar sobre la evolución de la ciudad»,
apuntó Julbe, haciendo mención también a los otros volúmenes de la
serie: el dedicado a la vivienda rural («sólo valorada a partir de
los años 30, con la llegada a la isla de la vanguardia artística
europea»), el del arquitecto Erwin Broner («que construye uno de
los edificios más modernos de la isla, el Balneario de Talamanca»),
y un tercer libro dedicado a los arquitectos Juan Gómez Ripoll
Campos («el que hizo el Montesol»), Josep Lluís Sert («responsable
de la urbanización de Can Pep Simó») y Raimon Torres («que
construyó el hotel Corso»), enumeró el arquitecto madrileño.
La principal aportación de esta quinta edición de «Introducción
al análisis histórico de la ciudad de Ibiza», es el apéndice
cartográfico y una serie de fotos nuevas. «Ahora hay mejor material
de archivo y mejores técnicas de impresión», apuntó Julbe,
añadiendo que «el texto se ha respetado como estaba».
Un buen número de arquitectos y aficionados, así como el alcalde
de Eivissa, Xico Tarrés, y varios miembros de la corporación
municipal siguieron con atención las explicación de Félix Julbe
sobre la evolución histórica de la ciudad de Eivissa; explicación
que fue ilustrada con diapositivas de los principales dibujos y
mapas que existen sobre el particular, comenzando por un dibujo de
Calvi de 1554 («la primera imagen que tenemos de la antigua ciudad
histórica»), hasta el conocido dibujo del perfil de la ciudad que
hiciera en 1874 el Archiduque Luis Salvador.
A modo de conclusión, Julbe se preguntó: «¿Para qué sirve saber
cómo ha evolucionado la ciudad? Pues para poder defenderla mejor;
pues se insiste mucho sobre la defensa de la naturaleza, y eso está
muy bien, pero no se hace lo bastante por la defensa de la historia
humana».
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