Los sacerdotes de las Pitiüses portaron el ataúd, seguidos por una multitud de familiares, amigos y vecinos de don Joan. Foto: K. TABERNER.

Que Joan Marí Cardona era una persona querida, respetada y admirada por todo el pueblo de Eivissa y Formentera, se puso ayer de manifiesto con creces en la iglesia de Sant Rafael, donde se celebró su entierro. El pequeño templo resultó a todas luces pequeño para acoger a la multitud que quiso acompañar en su despedida al canonge arxiver e ilustre historiador ibicenco. Familiares directos, amigos, vecinos, todo el clero pitiuso, representantes políticos de todos los partidos y numerosos ciudadanos manifestaron su pena por la perdida de una personalidad irrepetible, opinión compartida por todos los asistentes al sentido duelo.

Sobre las cuatro y media de la tarde llegó el coche fúnebre, precedido por otro que portaba numerosas coronas de flores. Con el obispo de Eivissa, Agustín Cortes, a la cabeza, todo el clero pitiuso recibió el ataúd de Joan Marí Cardona a la entrada del templo y fue acompañado al interior por los cantos litúrgicos de sus compañeros en la fe. El hermano del historiador, su sobrina y ahijada presidían en el primer banco de la iglesia la ceremonia religiosa del adiós. Próximos a ellos, el alcalde de Sant Antoni, Antoni Mari Tur; la presidenta del Consell, Pilar Costa; el conseller de Cultura del Govern, Damià Pons; el conseller de Interior del Govern, Josep María Costa, y la consellera de Cultura del Consell, Fanny Tur. Los demás representantes políticos, del mundo de la cultura y de las distintas instituciones sociales de la isla, se distribuyeron como pudieron por el templo o en el exterior del mismo.

Un pasaje del «Apocalipsis» de San Juan, leído por un capellán, y una fragmento del evangelio de San Juan, leído por el vicario general, Joan Riera, precedieron a la homilía del obispo, quien realizó una paráfrasis de dicho texto para elogiar la talla religiosa, social e intelectual de Marí Cardona.

Con la solemnidad propia del momento concluyó la ceremonia religiosa del adiós y el párroco de Sant Rafel, Josep Planells, pidió que se abriera el paso para acompañar el ataúd al pequeño cementerio anexo al templo. En ese momento, espontáneamente, el público congregado en el templo prorrumpió en un largo y sonado aplauso, que fue también respondido por el número aún mayor que seguía la ceremonia desde el exterior. La emoción y las lágrimas eran evidentes en todos los asistentes, que durante una media hora larga fueron desfilando delante del cadáver de Joan Marí Cardona para mostrar sus condolencias a los familiares más directos y a varios compañeros representantes de la Iglesia.

Sentido adiós a «un hombre inteligente, justo y generoso»
La homilía del obispo de Eivissa, Agustín Cortés Soriano, en la ceremonia religiosa de despedida a Joan Marí Cardona tuvo como referencia el pasaje del evangelio de San Juan leído por el vicario general, en el que Jesús pregunta repetidas veces a Pedro si le quiere. Cortés hizo un paralelismo entre la figura de Pedro y Joan Marí Cardona y especuló con un diálogo semejante que pudiera darse entre Jesús y el sacerdote ibicenco. «Con pocas palabras, como era natural en él, pero con esa mirada cariñosa y de alta gratitud hacia toda la humanidad, don Joan le diría a Jesús que sí, que creía que le quería, porque un camino para querer al maestro había sido para él querer la cultura y la historia de Eivissa y Formentera. Y no sólo la cultura, sino a las personas concretas, que siempre encontraban en él, a través de sus diversos magisterios una comprensión generosa hacia sus necesidades», afirmó. Calificándolo de «hombre inteligente, justo y generoso, que con su vida y su obra dio testimonio de una vida plena y noble», el obispo de Eivissa se dirigió a los representantes del clero, compañeros en la fe de Joan Marí Cardona para decir que «quisiéramos que todo el clero lo tenga de modelo y ejemplo a seguir para amar la cultura y al pueblo como el los amó siempre».