«Fue un impacto emocional muy fuerte; aquella imagen tan poco convencional de la vida bohemia, los hippies y, sobre todo, el campo de Eivissa es algo que cuando te atrapa ya no te deja». Con estas palabras resumió Paul Wienen de Vries a Ultima Hora Ibiza y Formentera el lazo que le une desde niño con una isla que descubrió a los cuatro años de la manos de sus abuelos. Casi 40 años después, y tras una vida dedicada a los negocios por medio mundo y a la interpretación en teatro, cine y televisión en Francia y Holanda, volvió hace cinco años al «paraíso» de su infancia, donde hace poco ha sido nombrado cónsul honorario de los Países Bajos.

Un cambio de ritmo y actividad tan acusado no le vino a Paul Wienen de forma inmediata. «Estaba estresado de la vida que llevaba y decidí pasar unos meses en mi paraíso privado para reflexionar y decidir qué hacer, cuál era mi meta, París, Amsterdam, Eivissa... ». «Ganó la isla, porque es aquí donde me siento más en casa, más feliz. Tengo raíces, es un ambiente muy cosmopolita, de mezcla de culturas, y eso me gusta mucho», explicó el flamante cónsul, quien todavía vive «en la casa familiar, situada en la carretera de Sant Josep».

Sin embargo, durante estos cinco años ha estado viviendo a caballo entre esos dos mundos, «saliendo de vez en cuando para hacer trabajos free lance, como alguna película publicitaria de empresa o algún anuncio, a la vez que dedicaba más tiempo a escribir, faceta que quiero seguir desarrollando, lo mismo que la de actor, aparte de mi trabajo de cónsul». Preguntado por algún trabajo de actor del que haya quedado especialmente satisfecho, Wienen señala su papel en «Les Alsaciens», una serie para la televisión francesa de tres capítulos «En ella interpretaba el papel de un militar franco-alemán, que unido a mi condición de holandés, resultaba un personaje muy interesante para interpretar por el cruce de culturas, algo hacia lo que soy especialmente sensible», precisó.

En este sentido, cree que puede aportar algo desde su nueva labor diplomática en las Pitiüses. «Tengo necesidad de hacer algo por los demás desde el punto de vista social y cultural; y ser cónsul es una manera concreta de poder hacer algo práctico al respecto». Una tarea en la que -en su opinión- queda mucho por hacer. «Para salvaguardar la identidad de estas islas es muy importante estimular la comunicación de los extranjeros con la realidad local, que se adapten y respeten la cultura de aquí; en caso contrario podría pasar que en diez años esto acabe siendo un Düsseldforf, un Londres o un Amsterdam al sol, lo que sería terrible». «Hemos venido a Eivissa o Formentera porque son lugares diferentes; hay otro ritmo, otra calidad de vida. Eso es lo que tenemos que defender y proteger; enriqueciéndolo en todo caso con nuestra aportación, pero sin avasallar. Creo que estamos en buen momento para trabajar en este sentido», afirmó.

Y como complemento de tan loable propósito, Paul Wienen de Vries escribe: «Relatos breves sobre cosas que he vivido viajando por todo el mundo y aliñadas con un poco de fantasía. Son como fragmentos, momentos concretos que buscan a su manera la intensidad del poema». «Tengo intención de publicarlos en Holanda, pero no tengo prisa; en su momento», concluyó.