Isabel García Lorca, única hermana viva del poeta granadino Federico García Lorca, falleció ayer en Madrid a los 92 años de edad. La hermana pequeña del autor de «Bodas de sangre», junto a Concha y Francisco García Lorca, era actualmente presidenta de honor de la Fundación Federico García Lorca, una institución que actualmente impulsaba su hija, Laura, y que se encarga de recordar y salvaguardar la memoria y la obra del genial escritor de Fuente Vaqueros. Precisamente debido a su debilitada salud, Isabel García Lorca no pudo acudir a los actos conmemorativos que este organismo celebró con motivo del centenario de su hermano Federico, que se llevaron a cabo en esta localidad andaluza en junio en 1998, porque no podía «soportar la emoción».

Isabel García Lorca era la única superviviente de la familia inicial del poeta y dramaturgo Federico García Lorca (1898-1936), quien a los 38 años fue fusilado en Víznar (Granada) durante los primeros meses de la Guerra Civil española. Isabel era la cuarta hija de Federico García Rodríguez, agricultor de la vega de Granada, junto con Francisco, Federico y Concha.

Isabel, a quien Federico llamaba «Isabelita» y «La Niña», siempre dijo que su hermano, trágicamente asesinado, influyó en sus gustos y en su inclinación por la lectura y por la belleza. «Me acuerdo de él cantando, sentado al piano, contándome Caperucita y el Gato con Botas...», recordaba en una de sus últimas entrevistas. Tras una breve estancia en un colegio de monjas, a partir de los cinco años se educó en su casa con maestros donde llegó a recibir clases de Gloria Giner, profesora de la Escuela Normal, y mujer de Fernando de los Ríos, de cuya hija, Laura, fue gran amiga.

Isabel García Lorca acompañó a su hermano con el grupo de teatro La Barraca, de la que formaba parte. El levantamiento militar de 1936 la sorprendió en Madrid; cinco días antes cenó con Federico, que marchó a Granada al día siguiente. «El 18 de julio era el santo de mi hermano y de mi padre y se celebraba todos los años en la Huerta de San Vicente», contaba recientemente Isabel que recibió por teléfono la noticia del fusilamiento de su hermano. Más tarde, se trasladó a Bruselas con su hermano Francisco en su nuevo destino diplomático, y luego a Nueva York, donde dio clases de literatura.

En 1951 Isabel regresó a España y trabajó en un colegio americano en Madrid; tras la amnistía se incorporó como profesora en el instituto Pardo Bazán. Después de su jubilación dedicó su tiempo a la Fundación García Lorca, cuyo objetivo era publicar la obra inédita y la gestión de su biblioteca, y viajaba dos veces al año a Granada.