Hubo aplausos y abucheos, bravos y gritos de fuera. Así, con
división de opiniones, como en una tarde de toros, fue ayer noche
en el Teatro Real el debut operístico del actor y director de
escena catalán Josep Maria Flotats. Un debut esperado y aplazado
durante años.
Vestido totalmente de negro, sonriente pero nervioso, Flotats,
un hombre que ha dedicado toda su vida al teatro, salía a saludar
ante un público, el de Madrid, con fama de frío y exigente. Junto a
él, sobre el escenario del Real, arropándole, todo el elenco
artístico que participa en este «Cosí fan tutte» de Mozart, la
ópera con la que Flotats ha querido debutar en un género por el que
siempre se ha sentido atraído y que hasta ahora había rehusado
dirigir.
Un «Cosí fan tutte» coproducido por el Teatro Real y el Liceo de
Barcelona, donde todavía tardará un tiempo en ser programado,
probablemente en 2003 o 2004.
Flotats, que ha dedicado este último año a preparar su debut
operístico, tras el éxito que vivió con el que fue su anterior
trabajo, «Arte», ha insistido en los aspectos dramáticos de la
ópera de Mozart. «No es ésta -decía- una ópera bufa. Lo es, pero
también algo más profundo». Una opinión que no pareció compartir
una parte del público que llenaba el Teatro Real. Como tampoco
pareció aceptar la decisión de trasladar la acción desde el siglo
XVIII al XX, a los años treinta, para contar esta historia de
amores y desamores, de engaños y seducción. A un momento en el que
las mujeres comenzaban a reivindicar sus derechos, un aspecto en el
que el debutante Flotats ha querido insistir especialmente en su
montaje.
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