Los tiempos y horarios tienen importancia en la alimentación. | Freepik

La alimentación cada vez tiene más protagonismo en la vida cotidiana, ya que es evidente que comer de forma adecuada es fundamental para la salud. Por ello, hay multitud de corrientes y dietas, algunas de ellas con muchos seguidores. Dos de las más conocidas últimamente son la crononutrución y el ayuno intermitente. La nutricionista Pilar García explica que «la crononutrición consiste en ajustar los hábitos alimentarios según el momento del día para prevenir o tratar enfermedades», mientras que el ayuno intermitente se basa en no comer durante un periodo prolongado del día y concentrar las ingestas. ¿Son compatibles? La experta mencionada con anterioridad lo tiene claro: «no».

En este punto, argumenta «el reloj principal del cuerpo humano, a través de la regulación y sincronización de los relojes biológicos, mantiene los ritmos circadianos estables, uniformando procesos metabólicos, endocrinos y conductuales». Por ello, lo adecuado es cenar unas dos horas antes de irse a dormir y desayunar antes de las 8:00 horas.

La citada especialista sí reconoce que «unamayor duración del ayuno nocturno (tiempo transcurrido entre la última comida del día y la primera del siguiente) es positivo, ya que se relaciona con un menor riesgo de enfermedad cerebrovascular». A su modo de ver, esto «respalda la idea de realizar la primera y la última comida del día más temprano». Sin embargo, advierte que saltarse el desayuno es perjudicial para la salud porque se alteran los ritmos circadianos.

Una excepción

La nutricionista precisa que hay un único caso en el que el ayuno intermitente es positivo: cuando se deja descansar al cuerpo durante 12 horas. «Cuando la ingesta de alimentos se realiza en las primeras horas de la jornada, que coinciden con la luz ambiental y una mayor carga de actividades, y se ayuna en un horario cercano a la noche y durante la misma. En este caso, la intervención del ayuno intermitente sería particularmente beneficiosa porque ayudaría (como una señal externa) a mantener el orden circadiano de los procesos metabólicos. Por ello, si te despiertas a las 7:00 horas y desayunas, nuestra última comida del día debería ser a las 19:00 horas; así dejaríamos 12 horas de ayuno». En este punto, admite que «el problema es que resulta muy complicado seguir estas recomendaciones alimentarias en la sociedad en la que vivimos actualmente».