Vista general del valle de es Broll des Buscastell, que vuelve a florerecer gracias al agua caída. | Marco Torres

Mucha gente en Eivissa ha oído hablar de es Broll de Buscastell pero muy pocos saben llegar exactamente hasta esta fuente de agua natural que emana de un manantial subterráneo rodeado de verdes montañas.

El lugar en cuestión está situado en un hermoso valle, de casi 5 kilómetros de longitud, compuesto de fértiles tierras de cultivo separadas por paredes de piedra y con huertos que aún conservan un antiguo sistema de regadío con canales que datan de la época musulmana.

Ahora todas estas tierras han vuelto a recobrar su alegría tras las fuertes lluvias caídas durante las últimas semanas. No en vano y como afirma Francisca Costa, una de las vecinas que ha nacido y se ha críado aquí, «el agua es la vida de esta zona y no concibo que todo esto existiera sin ella».

No en vano asegura que «desde que tengo uso de razón he visto como se regaban los campos con ella y ahora con el verano tan seco que hemos tenido andábamos un poco preocupados pensando que el agua podía no correr por las acequias».

Sin embargo esto parece haber quedado atrás y de nuevo vuelve a florecer la vegetación en el cauce del arroyo. Gracias a ello agricultores como Pepe Costa vuelve a contar con agua suficiente para regar su producción de patatas y coles de su huertos aunque, por la experiencia que le da sus más de 20 años en la zona, asegura que «aquí no se puede plantar mucho porque en invierno aquí toca el sol poco rato y porque el viento que baja desde el torrente es duro y frío».

Sea como sea mientras en Eivissa la mayoría mira al cielo deseando que salga el sol, en es Broll de Buscastell se rinde culto a la lluvia y al oro líquido que supone el agua.