Se dice que el presidente o presidenta del Congreso o del Senado, en general de cualquier cámara legislativa, debe ejercer de árbitro. Debe ser equitativo y justo; y debe defender los derechos de todos y cada uno de los miembros de la institución. No debe tomar partido en los debates y no ha de intervenir en ninguna discusión, como no sea para poner orden y amonestar al que no cumpla el reglamento o se exceda de algún modo, sea del partido que sea. ¿Ven ustedes a Francina Armengol ejerciendo de árbitro? ¿La ven capaz de defender los derechos de los diputados de PP y Vox? Ciertamente, cuesta imaginarlo. Es un papel que le es absolutamente ajeno y que no le hemos visto representar nunca, de forma que no tardaremos en ver si está a la altura del cargo que le ha caído circunstancialmente, por exigencias de JuntsxCAT y Esquerra Republicana, que vetaron a Merixel Batet por ser catalana. Dieron su placet a la expresidenta del Govern balear, no por sus cualidades políticas, que naturalmente las tiene en abundancia, sino porque no es del PSC y no tendrá el menor problema en satisfacer sus veleidades. Ignorando que en las elecciones, el bloque independentista (Esquerra, Junts y la CUP) perdió el 46% de votos con respecto a las últimas generales.

¿DIÁLOGO?
Presume la presidenta del Congreso, Francina Armengol, de haber gobernado en Baleares durante ocho años desde el acuerdo; pero no es verdad. O es una verdad a medias. Armengol sólo buscó el acuerdo con los partidos de izquierdas que necesitaba para asegurarse la gobernabilidad de la Comunidad Autónoma, Més per Mallorca, Més per Menorca y Unidas Podemos. Los demás, por moderadas que fueran sus posiciones y por razonables que fueran sus demandas, como El PI o Ciudadanos, le importaron entre poco y nada. De hecho, abusó del decreto ley para hacer lo que quería sin pasar por el Parlament y el tedioso debate parlamentario, un estilo de gobernar que no se cansó de criticar cuando estuvo liderando la oposición a José Ramón Bauzá, pero que cuando llegó al Consolat de Mar, ella calcó fielmente.

A quienes osaron oponerse a sus planes, o criticarla públicamente, les azuzó al bulldog inspector de trabajo, todos sabemos con qué amenazas. De ahí que ni siquiera los grandes hoteleros se atrevieron a contradecir a la presidenta del Govern ni a enfrentarse a ella. ¿Qué patronal lo hizo? Nadie, ni una sola. Los vergonzosos panegíricos que ahora leemos en la prensa, cuyos autores no los harían ni para sus propias madres, se quedan cortos con los hiperbólicos encomios que le lanzaban los presidentes de empresas, grandísimas, grandes, medianas y pequeñas. Puro pánico. Pura cobardía.

INSPECTORES
Quienes se enfrentaron al Govern Armengol, recibieron el látigo de la indiferencia, que es tanto como el hambre presupuestaria. Y a continuación, sus consellers, lanzados como una jauría de licaones dispuestos a despedazar en vivo a los críticos, con el apoyo inestimable de IB3. Andreu Manresa, su fiel y seguro servidor desde la dirección general del ente público a la que se agarra como una garrapata. El Consell d’Eivissa y el Ajuntament de Sant Antoni tuvieron que soportar estoicamente la crítica injusta y el boicot permanente desde el Govern de todos, que sólo era de la izquierda. Porque Francina Armengol jamás ha querido ser la presidenta de todos los ciudadanos de Baleares, sino únicamente de aquellos que la votaron y de quienes le eran útiles. A los demás, ni diálogo, ni respeto, ni agua. Inspectores a base de bien.

De los sindicatos, mejor no decir nada, desaparecidos como no fuera para hacerse la foto con la presidenta Armengol, comer canapés y beber cava. Porque hasta las ‘Kellys’ comieron de su mano, sin que conste que se haya mejorado en algo sus lamentables y penosas condiciones laborales. Las contentó con un parque –si es que a esa mugrienta plaza se le puede dar tal nombre– en la Playa de Palma. Nunca se ha visto en la historia del sindicalismo, una actitud más ovina y lanar que la protagonizada por los sindicatos en Baleares entre 2015 y 2023.

DECLARACIONES
Armengol ha sido presidenta del Consell de Mallorca y del Govern, pero ahora es presidenta de una Cámara del Poder Legislativo, un papel radicalmente diferente, que no estoy seguro de que ella ni pueda ni quiera desempeñar con el rigor y la justicia que requieren. Pronto lo veremos. Desde luego, en nada se parece a Manuel Marín, Gregorio Peces-Barba o Félix Pons. En nada.