Cualquiera de los escritores de best-seller que explotan el género de la denomina política ficción podían haberla incluido en una de sus tramas. La Guardia Civil detuvo días atrás a un joven israelita denunciado por del secuestro de dos vecinos de Sant Antoni, uno de ellos nacido en la Isla, por una supuesta cuestión económica con la sustracción de un ordenador.

Nada de particular si no fuera porque el propio acusado, conocido policialmente por otros casos, se descolgó diciendo que había pertenecido al Mossad, el prestigioso servicio secreto del estado de Israel, y que el motivo de todo lo sucedido se debió a la supuesta sustracción de un ordenador que él tenía en su propiedad y que escondía un diamante. Pese a todo, dicha persona, una vez en el juzgado, negó haber cometido ningún rapto y dijo conocer a ambos afectados por amistad. Todo ello, no sin antes aclarar que se vio obligado a dejar el Mossad porque, según sus palabras, estaba cansado de matar a niños.

El presunto exagente del Mossad quedó en libertad con cargos, y con la prohibición expresa de acercarse a los afectados, tras recogerse también un testimonio variopinto y muy contradictorio, según las fuentes, entre los denunciantes. Uno de ellos indicó que la retención tuvo lugar en una casa. Allí fue maniatado y dejado sin visión con una bufanda, pero que luego, una vez libre, volvieron a tener un encuentro horas después. Todo para que devolvieran el misterioso ordenador. Pese a ello, los reconocimientos médicos no han encontrado marcas.

Promotor e hijo de un multimillonario

La historia del sospechoso israelita todavía guardaba sorpresas para los funcionarios que en el juzgado de guardia le tomaron declaración. Dijo ser promotor y estar en la Isla buscando terrenos para construir. El dinero, según dijo, no era problema porque su padre era multimillonario.