Las fuerzas policiales han incrementado en los últimos años los controles de prevención de la delincuencia.

Las estadísticas policiales revelan un descenso paulatino de la delincuencia en las Pitiüses en términos globales. Esto es al menos lo que dicen las cifras oficiales que año tras año han hecho públicas los máximos responsables en Eivissa de las Fuerzas de Seguridad del Estado, incluidos los mandos a los que competía la dirección de la Policía o de la Guardia Civil.

Los peores años de la década fueron 2002 y 2001 donde o no se ofrecieron datos significativos o bien terminó reconociéndose que las policías se estaban viendo desbordadas por la presencia de numerosos robos y hurtos tras un supuesto «desembarco» masivo de bandas rumanas y magrebís especializadas en delincuencia de temporada.

Durante el principio de la actual década, le prevención de esta clase de delitos constituyó un auténtico quebradero de cabeza para los mandos policiales. Entonces, según señalaba expresamente en su día el comisario Angel Marí la delincuencia organizada no constituía un gran problema porque los grandes capos sólo venían a las Pitiüses «a descansar» mientras que otros mandos atribuían los hechos violentos que se registraban (asaltos a casas, atracos a establecimientos o delitos contra la integridad de las personas) como sucesos puntuales o pequeñas oleadas tras las que estaban delincuentes comunes o grupos no altamente especializados.

Cocaína
Sin embargo, durante esos mismos años comenzaron a haber los primeros decomisos importantes de drogas que acreditaban que Eivissa era algo más que un punto de entrada masivo de estupefacientes. Las policías también vieron entonces con recelo la llegada de grupos de ladrones más violentos, como la denominada banda del Rólex, o el asentamiento de estructuras incipientes de grupos de narcos directamente conectadas con las redes sudamericanas que controlan a nivel mundial el tráfico de cocaína. Durante esa misma época, la que fuera responsable de la delegación del Gobierno en Eivissa y Formentera, Marienna Sánchez Jáuregui, se refería a un «componente subjetivo de inseguridad en la calle» que no era correlativo a lo que demostraban las estadísticas que ella tenía en su poder.

Los últimos años han terminado destapando que las Pitiüses se han convertido en un trampolín para los grandes alijos, que han existido organizaciones de narcos que trabajaban a gran nivel en Eivissa y que los delitos violentos puntuales ya no son tanto casos esporádicos como prueban los últimos robos con intimidación ocurridos en al menos los dos últimos años, obra de delincuentes que, por lo menos veladamente, los agentes no dudan en calificar de «muy peligrosos». A todo a ello se ha sumado que en 2007, se han recogido cerca de media docena de casos de homicidio.

Pese a todo, el propio director insular, José Manuel Bar, señalaba, como motivo de las últimas fiestas policiales, que en territorio del Cuerpo Nacional de Policía los delitos habían caído en un 12% y que en las zonas controladas por la Guardia Civil el descenso había alcanzado el 22%. El instituto armado, a su vez contabilizó un incremento del 31% en el número de arrestos. Un año antes, Bar, durante estos mismos actos y sin dar cifras, se limitó a afirmasrque se habían obtenido «parámetros de seguridad envidiables».

Las cifras también revelaron en 2005 un descenso importante de los niveles de delincuencia. Los agentes de Comisaría lograron una reducción del 16% (hasta 20% en verano) y los del instituto armado de un 7%. Las estadísticas también se valoraron como buenas durante el año que lo precedió pese a que durante 2004 se experimentaron incrementos alarmantes de los servicios por peleas de pareja y reyertas callejeras. Así, mandos policiales calificaron de «verano terrorífico» lo ocurrido durante los meses estivales, fechas en las que aumentó en hasta un 516% las actuaciones por disturbio en la calle o en domicilios del municipio de Eivissa.