Todo empezó en la piscina de una urbanización de pequeños apartamentos, la del Club Sant Rafel. Era la única que había en Eivissa en aquella época y en la que se reunían los hippies a pasar la tarde con sus amigos, a bañarse y tomar el sol. Después fue evolucionando hasta que se convirtió en la discoteca KU. «No teníamos casas con piscina, habitábamos viviendas muy sencillas y aquella era la única piscina en Eivissa donde nos podíamos reunir para divertirnos», explica hoy el arquitecto, diseñador y escenógrafo alemán, hippie en Eivissa desde los años 70 y propietario de la casa de moda Paula’s Ibiza, Armin Heinemann.

Según explica Heinemann, lo que se vivió en aquellos años fue «un empezar, un comenzar algo nuevo porque nosotros, los hippies de Eivissa de aquellos años, estábamos aquí para buscar una nueva manera de vivir. Habíamos salido de un ambiente comercial en nuestros respectivos países, ya fuera Alemania o cualquier otro sitio. Nos fuimos de allí porque no nos gustaba nada lo que estábamos viviendo, estábamos sufriendo». Por ese motivo, indica el diseñador, estaban «buscando una manea de vivir diferente y nueva. El primer cambio que realizaron fue el de irse a vivir al campo, en contacto con la naturaleza. «Luego nació el impulso de pasarlo bien y de hacer fiestas, pero aquellas, no eran fiestas como las que habíamos visto en nuestros países, si no que constituían algo nuevo. No queríamos nada que fuera comercial. Surgieron ideas que nacieron de una necesidad».

Gente sencilla

Y en este sentido y contexto, la discoteca KU fue algo muy bueno para Armin Heinemann «porque comenzó siendo la piscina de una urbanización con gente normal que iba por la tarde para bañarse y estar en el sol. Era todo nuevo, fresco y creativo. Todos los que participaban en estas fiestas lo hacían con este espíritu y así lo pasábamos bien», explica el diseñador. Después, «se comercializó todo y cambió la magia, llegó la de la técnica, lo perfecto y otra atracción distinta. La de los años 70 y 80 y la de KU era gente sencilla, abierta y creativa. Eso es lo que más me impresionó y lo que me dio tanta energía para crear», asegura el artista.

Para Heinemann, «cuando surge un cambio es porque la gente creativa necesita ese cambio. Luego acude el dinero para hacerlo comercial, luego otros lo hacen lo más perfecto y técnico, pero el cambio inicial es es de la gente creativa». De este modo resume el arquitecto el arranque de aquellos años dorados en la isla y del ocio tal y como se vivio en los 70 y 80.

En ese contexto recuerda fiestas como El Funeral del Mediterráneo, una fiesta en la que se lloraba a un mar singular, ahogado por la suciedad. «Un evento muy futurista en el que las latas y la suciedad invadían la piscina», revive el diseñador alemán.

EL APUNTE

«Un trailer y un container nos sirvieron como escenario de teatro y camerinos improvisados durante un desfile de moda en el puerto»

Armin Heinemann explica que en aquel contexto en el que la creatividad era la más reconocida de las virtudes a la hora de organizar nuevos eventos de ocio, a ellos se les ocurrió realizar desfiles de moda en la calle, en concreto en el puerto de Eivissa. «Eran fiestas creativas porque en aquel momento no había desfiles de moda en la isla. De hecho, como no sabíamos como organizarlo, alquilamos un trailer y un contenedor de los grandes, de los que van a los barcos puerto». El trailer hizo las funciones de teatro y allí ubicaron el escenario; el contenedor sirvió a modo de camerinos, para que las modelos pudieran cambiarse de ropa. En una de las imágenes se puede ver la cortina que servía para diferenciar la zona donde se cambiaban las modelos. Se observa cómo las chicas realizan un pequeño teatro en el que simulan la entrada y salida del contenedor. «Era la época en la que no había demasiado tráfico en el puerto y estaba abierto», detalló el diseñador alemán.