El cocodrilo ‘Gustavo’, una escultura de Andreu Moreno, ayer en las aguas del torrente de sa Llavanera, junto a un importante hotel del Passeig Joan Carles I de Vila. | Toni Escobar

La última genialidad del artista y escultor Andreu Moreno ha generado más de un susto en sus seguidores pero, sobre todo, entre los vecinos y veraneantes de la zona del paseo marítimo de Eivissa. Nada menos que un cocodrilo de cinco metros de longitud y un asombroso parecido con la realidad ‘patrulló’ desafiante ayer las turbias aguas del torrente de sa Llavanera, junto a varios hoteles y establecimientos de lujo de la ‘milla de oro’ de Vila.

La iniciativa de Andreu Moreno trata de concienciar al público sobre los contrastes que se aprecian en la isla de Eivissa; por un lado el lujo y los excesos y, por otro, el mal estado en el que se encuentra la ciudad, la suciedad y el aspecto descuidado de sus calles, plazas y mobiliario.

El enorme reptil hecho de fibra de vidrio, de casi 5 metros y 90 kilogramos de peso, se llama Gustavo y ayer fue depositado por su creador y varios ayudantes en el torrente de sa Llavanera ante la mirada atónita de los viandantes. El cocodrilo Gustavo forma parte de una performance que pretende tener continuidad con la fabricación de varios reptiles más que, en función de los deseos de Andreu Moreno, tratarán de remover las conciencias de la población frente al deterioro que sufren zonas de la ciudad como ses Feixes o es Pratet.

En principio, Gustavo tan solo permanecerá 24 horas en el torrente situado en Marina Botafoch antes de ser devuelto al taller del autor de otras obras conocidas como el ‘Homenaje al ca eivissenc’, que preside la rotonda de la avenida de Santa Eulària, en Eivissa.

Una voraz iniciativa que ha levantado de la silla a más de uno y que pretende hacer del arte una forma de reivindicación.